SIQUISAPA: LA HORMIGA CULONA QUE VUELA

Siquisapa, siczapa, mamaco, hormiga culona, zompopo, akango, chicatana, tanajura, saúva son algunos nombres utilizados para referirse a esta hormiga grande, oscura, alada, de abdomen gigante y comestible. Sin embargo, ¿qué tanto sabemos de ella?, ¿por qué aparecen durante una época definida del año? Te invito a conocer más sobre las siquisapas.

Para empezar: el nombre.

Por nuestro origen diverso, los nombres que hemos dado a los animales y plantas son variados y ninguno es más válido que el otro. En gran parte de nuestra Amazonía estas hormigas grandes y aladas son llamadas siquisapas. La palabra de origen quechua está formada por los vocablos siqui y sapa. Estamos seguros de que la traducción del vocablo siqui es “trasero, poto”; mientras que el vocablo sapa puede ser interpretado como un sufijo que realza el significado de la palabra que le antecede, pero también como una palabra que significa “grande, extenso, largo” (probablemente lo segundo sea más una interpretación nuestra, más mestiza). Sea cual sea la etimología utilizada, el nombre identifica rápidamente a nuestra hormiga con abdomen pronunciado. Los académicos (gente que puede ser aburrida o buena onda, depende de la suerte que tengas) han clasificado a estos animales como miembros del género Atta = que camina arrastrando los pies por el suelo y de la especie cephalotes = que tiene cabeza: Atta cephalotes (a veces los académicos no son tan creativos).

¿Qué tanto sabemos de ellas?

Sabemos que son insectos sociales, o sea, poseen una organización y división del trabajo. En líneas generales se dividen en reina, machos, obreras y/o soldados, conocidas también como siquisapas, huashos y curuwinsis o curuhuinsis, respectivamente. Las siquisapas apenas pueden reproducirse con los huashos. El cómo una larva nacida de la misma reina define su casta está determinado por factores externos e internos, que van desde la alimentación, genética, cuidados, temperatura, entre otros. Cada casta posee una morfología que la caracteriza. Las siquisapas poseen alas, son de mayor tamaño y presentan un abdomen abultado en donde albergan los huevos; los huashos también son alados, pero de menor tamaño que las hembras; los curuwinsis no poseen alas, pero sí mandíbulas más desarrolladas que les sirven para cortar hojas y/o defender al nido (tarea esta última que realiza a la perfección).

El nido (o lomada) probablemente sea la envidia de cualquier ingeniero y arquitecto moderno. Son subterráneos y, dependiendo del tiempo de uso, pueden alcanzar varios metros de profundidad y una extensión considerable. Poseen una serie de galerías construidas para funciones específicas: criar larvas, almacenar hojas cortadas, cultivar hongos, cuidar huevos, colocar desechos, etc. Por si fuera poco, el sistema de orificios externos y canales internos sirven como un sistema de ventilación natural para mantener óptimas condiciones de humedad y temperatura. Y a pesar de tener todo esto, el nido no se cae ni se desploma y, menos aún, se inunda.

Nido o lomada

Estas hormigas se alimentan de un hongo de la familia Agaricaceae y mantienen una relación simbiótica con él. La hormiga se encarga de darle casa, alimento y condiciones óptimas, y de su lado, el hongo provee alimento al nido. Las hormigas se alimentan específicamente de los micelios del hongo que son como raíces pequeñas cubiertas de polvo blanco de algodón de azúcar que crecen sobre el suelo y las hojas cortadas dentro de la lomada. Es la casta obrera la que con afán y celeridad provee de hojas al hongo para generar este alimento. Debido al número, organización y eficacia de los curuwinsis en su función de recoger y transportar hojas para el hongo, estas hormigas son consideras como plagas para nuestros sembríos.

Por otro lado, las hormigas junto al hongo, de los géneros Leucoagaricus y/o Leucocoprinus, juegan un importante papel ecológico en la oxigenación y en el reciclaje de los nutrientes del suelo. Del mismo modo, tienen otras relaciones ecológicas con otros animales. Por ejemplo, una especie de sapo, Lithodytes lineatus, es capaz de dejar sus huevos dentro del nido para que realice la metamorfosis; sin embargo, aún no se conoce bien el mecanismo de reconocimiento que evita que las hormigas ataquen a estos sapos.

¿Alguna vez escuchaste de la “mamá del curuwinsi” o “serpiente de dos cabezas”? Este reptil subterráneo, del género Amphisbaena, suele ser encontrado dentro de las lomadas, probablemente alimentándose o disfrutando de la estadía; debido a la semejanza morfológica de su cabeza con su cola es conocida con alguno de estos nombres. Tal vez existan otros animales que sacan provecho de las lomadas, pero los estudios aún son limitados por obvias razones: los curuwinsis.

Curuwinsi o curuhuinsi

¿Por qué las siquisapas aparecen solo durante una época definida del año?

Las siquisapas y huashos salen del nido para reproducirse. ¿Quiere decir que hay más de una reina en el nido?  Sí y no. Sí, porque las siquisapas que salen del nido serán futuras reinas de sus lomadas; pero la reina “madre” se mantiene dentro del nido para procrear más huevos para la siguiente temporada. La cópula y fecundación de estas hormigas se consuman en el aire. Curioso es que gran parte de su vida estén bajo tierra y sea el cielo el lugar donde definan su futuro. Todo este proceso es denominado “vuelo nupcial”.

Pero este proceso no es continuo, sino que está relacionado con la época de lluvias. Son estas lluvias las que, por su intensidad, generalmente acompañadas de truenos, relámpagos y algunas calaminas voladoras, anuncian la salida de las siquisapas. Pobladores atentos a estas señales del clima y ávidos de saborearlas tostadas, se preparan para la “hormigueada” o “chamuscada” (el nombre depende del horario de caza, de tarde y madrugada, respectivamente). Ahora vamos a imaginar juntos la escena desde los dos puntos de vista: el de la siquisapa y el del recolector.

Siquisapas tostadas

La siquisapa

Eres una siquisapa diurna próxima a reproducirse, fuiste alimentada con los mejores azúcares de la lomada, recibiste cuidados especiales desde que eras una blanquecina larva, disfrutaste durante tu vida de todos los privilegios disponibles. Estás alerta porque la noche anterior llovió horrores, parecía que nunca iba a acabar, incluso algunas galerías se llenaron momentáneamente de agua.

El suelo de alrededor está fresco y suave. Sientes que los huashos están tan dispuestos como tú, alertas para salir, limpiándose las alitas que pronto-pronto serán utilizadas por primera, y probablemente, última vez. Así pasan las horas, ves que los curuwinsis dejaron de trabajar, ahora están inquietos e incluso peleándose en los orificios de la lomada. ¡Y llegó el momento! ¡ahora o nunca! Los curiwinsis salen del nido, son los primeros en salir para vigilar y cuidarte de cualquier intruso que pueda arruinar tu vuelo. Salen a montones, armados con sus grandes mandíbulas, tan grandes que son capaces de rasgar la piel humana. Después ves a los huashos saliendo. Se dirigen casi en fila india hacia los orificios que te conectan al mundo exterior. Las sombras de sus alas se proyectan en las paredes de la galería. Te emocionas. Tus alitas empiezan a vibrar. Pero algo te asusta. Y no solo son las aves que están sobre el nido rondando y al acecho. Sientes pequeños temblores sobre tu cabeza. Tal vez un shiwi, una carachupa o quién sabe si un yangunturo. Con miedo y temores, decides salir. Ves por primera vez el cielo. Escuchas el batir de las alas de los huashos de al lado, ves a otros huashos y siquisapas en vuelo elevándose hacia el cielo. Decides comenzar a mover las alitas /zmmmmm-zmmmm/. Te sientes lista y…

El recolector

Ahora eres un poblador en una comunidad amazónica y sabes que después de las lluvias saldrán las siquisapas. Desde que escuchaste ese trueno nocturno sabías que hoy irías a “hormiguear”. ¡Por fin estas hormigas te devolverán algo de las hojas que se comieron! Ya tempranito fuiste a ver tus lomadas. Todo parece indicar que hoy saldrán de tarde, la lomada está limpiecita, no hay ninguna hoja alrededor de los orificios, el suelo está suave, los curuwinsis están alterados y peleándose entre ellos. Inclusive uno subió por tu bota y le diste un tingotazo para que no te muerda. Almuerzas pensando en lo que vas a cazar. Con lo que vendas podrás comprar alguito más para tu familia, tal vez las zapatillas que tu niño tanto quiere para jugar su fulbito, o quizás cambiar el candado de tu puerta (la vez pasada te robaron tu café). Recuerdas que son las primeras siquisapas de la temporada y, si hay poca oferta en el mercado, fácilmente podrás venderlas a más de 100 soles el kilo. Ojalá un revendedor no te quite tu ganancia. Listo, te pones tus botas de jebe, agarras el jean más grueso y una gorra para protegerte del sol. En la mano llevas tu balde y su tapa para que las siquisapas no se te escapen volando. Con tu pulgar sientes los callos de tu mano y estás seguro de que a pesar de que los curiwinsis cierren sus mandíbulas en ellos, más tarde estarás vendiendo y teniendo alguito. Caminas a la lomada. Ves a los huashos saliendo ¡Llegaste justo a tiempo! Te preparas y caminas sobre la lomada. Ves un agujero y como una siquisapa va conociendo el mundo, esperas hasta que esté completamente fuera. El pulgar y el índice se van uniendo y… la atrapas-colocas en el balde-y cierras la tapa, todo rápidamente para que no escapen. Así vas, una por una, poco a poco. De reojo miras los curuwinsis mordiendo tu bota, algunos más avezados suben hasta tus rodillas. Pasan una, dos y casi tres horas. Llenaste tu balde. Ves algunas heridas en la mano, algunas cabezas de curuwinsi en el pantalón… mira esa que llegó hasta tu camisa. Pero no es nada… tu niño ya no jugará con los pies descalzos.

Poblador ofreciendo las siquisapas colectadas

Un rico y nutritivo alimento

De esta manera las siquisapas diurnas son capturadas y posteriormente vendidas en los mercados de las ciudades amazónicas. Algunas familias recibirán dinero por la venta porque no están acostumbradas a comerlas (al final, la comida es una herencia cultural). Otras se sentarán alrededor de una mesa para el trabajo artesano que supone quitarle las alas una por una. Algunos dedos serán mordidos, pero valdrá la pena. Las siquisapas ya sin alas —y sin patas gracias a algunos dedos más minuciosos— serán colocadas en envases con agua con un poco de sal, tal vez para lavarlas, sazonarlas o sacrificarlas poco a poco. Sobre el fuego, de hornilla o leña, habrá una sartén, olla o perol, que con un poco de aceite irá calentándose. Cuando el aceite ya humeé un poquito, las hormigas, sin agua, serán tostadas. Serán removidas para evitar que se quemen. De a pocos la sal irá realzando el sabor. El abdomen irá tomando un color brillante, indicando que ya están listas. Ya tostadas pueden ser vendidas en los mercados, usadas en el Festival de la Siquisapa en Yantaló, colocadas en aguardiente para alguna bebida afrodisiaca o guardadas en el refrigerador en espera de algún familiar que está fuera de casa y lleva años sin comerlas.

Bandeja con siquisapas capturadas

¿Qué pasa con las siquisapas que no son cazadas?

Los huashos y siquisapas que consiguieron finalizar el vuelo nupcial tienen diferentes caminos. Los huashos caerán y serán comidos por aves, insectos u otros animales, o si caen cerca de alguna lomada, serán sacrificados por los curuwinsis. No tendrán otra utilidad ni oportunidad. Las siquisapas fecundadas volverán al suelo y ayudadas por sus patitas se liberarán de sus alas. Luego se enterrarán para liberar los huevos y formar una nueva lomada. Una lomada por siquisapa. Cada siquisapa alimentará a su futura prole con ayuda del hongo que carga entre sus mandíbulas. Del mismo modo, antes del vuelo, fue alimentada con un elixir lleno de azúcares para dotarla de la suficiente energía para volar, reproducirse y finalmente mantener la especie (¿será este compuesto el que les da su sabor y aroma?).

Pesaje de las siquisapas para su venta

© Omar Rojas-Padilla

Estas líneas son un pequeño homenaje a mi ciudad, Rioja, San Martín, donde sabemos que alguien comerá siquisapas por el aroma que desprende su casa. Los fragmentos sobre los puntos de vista de la siquisapa y el recolector son un homenaje a Bernard Werber, escritor francés autor de la trilogía de libros Las hormigas.

Giovanni Pinedo Tejada

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