Sapos, ranas, lluvias y sequías: Historias de cambio climático en la Amazonía Peruana a través de los anfibios

El cambio climático no es un mito, una quimera apocalíptica o una exageración de los ambientalistas; son cambios reales en las condiciones ambientales normales que se vienen dando a nivel mundial, siendo una de las consecuencias de nuestros irresponsables actos como sociedad.

Claros ejemplos de ello son la desaparición de los glaciares, el incremento de la temperatura en las zonas frías, los friajes cada vez más frecuentes y los eventos de precipitación, inundación y sequía cada vez más extremos. Hace pocas semanas la costa peruana era golpeada por destructivos huaycos provocados por precipitaciones inusuales. En los Andes peruanos, las heladas son cada vez más extremas y prolongadas, provocando la muerte de los animales domésticos que son el sustento de la población andina y aumentando la vulnerabilidad de la población a las enfermedades, sobre todo en niñas y niños menores de cinco años. Otro ejemplo de estos cambios es el que se vive en la ciudad de Iquitos, donde se intercalan eventos de lluvias torrenciales que inundan toda la ciudad, con periodos prolongados de sequía y altas temperaturas. En el mes de febrero del presente año aún había playas en los alrededores de Iquitos, algo que era inaudito hace años atrás. Esto es solo un claro ejemplo del cambio climático que afecta al planeta y que golpeará mucho más fuerte en países megadiversos con altos índices de pobreza.

¡En cuanto a sapos y ranas!

Diversos estudios indican que el cambio climático ha afectado las poblaciones de anfibios a nivel mundial.

En una época en donde los cambios en el clima son evidentes, el estrés térmico y el estrés hídrico suelen ser las principales causas de pérdida de diversidad de los anfibios. En ocasiones estos cambios en el clima generan las condiciones idóneas o el caldo de cultivo de enfermedades o plagas que afectan directamente a las poblaciones naturales de anfibios.

… los cambios en el clima generan las condiciones idóneas para enfermedades que afectan directamente a las poblaciones naturales de anfibios.

Un ejemplo de esto es la pandemia provocada por la quitridiomicosis, una enfermedad causada por el hongo Batrachochytrium dendrobatidis que ha diezmado las poblaciones mundiales de anfibios. En la década de los 90 se inició un dramático declive de las poblaciones de anfibios, llevando a la extinción a muchísimas especies y reduciendo de manera exponencial las poblaciones de algunas de ellas, como las del género Atelopus.

Los científicos conocían de antemano la vulnerabilidad de los anfibios a los cambios climáticos. La evidencia científica y no la clarividencia permitió, hace ya algunas décadas, presagiar el impacto que el aumento o disminución de las temperaturas tendrían en este grupo de vertebrados. El estudio de su historia de vida nos permite saber lo particularmente sensibles que son los anfibios al cambio climático, debido a su piel permeable al agua y su limitada capacidad para mantener su temperatura corporal optima en condiciones climáticas cambiantes. En ocasiones se piensa que los anfibios solo serían vulnerables al aumento de temperatura, pero hoy sabemos que también lo son cuando las condiciones de precipitación y humedad se vuelven más extremas. Los anfibios son sensibles a la precipitación y la humedad, a los periodos de creciente y vaciante de los ríos, ya que dependen, entre otras cosas, de la existencia de sitios adecuados para la reproducción. La mayoría de anfibios muestran una alta fidelidad a sus sitios de reproducción y una limitada capacidad de dispersión, lo que reduce su capacidad para migrar hacia zonas con temperaturas más adecuadas para ellos (en caso requieran migrar en escenarios futuros). El cambio climático causa además la  degradación y pérdida de hábitats y ecosistemas, algo que sumado a las actividades no sostenibles desarrolladas por los humanos, provoca la reducción de la diversidad de anfibios en el planeta.

Amazonía

En la Amazonía muchas especies de anfibios inician actividad reproductiva con las primeras precipitaciones de la temporada de lluvias que históricamente se iniciaba entre finales de octubre e inicios de noviembre; otras especies tienen reproducción a lo largo del año, es decir, se reproducen cuando existen las condiciones adecuadas (generalmente un periodo de lluvias constantes).

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Huevos de una especie de rana de cristal depositados sobre una hoja.

Las condiciones cambiantes de temperatura pueden afectar severamente el sistema inmunológico de los anfibios. Se conoce que las temperaturas calientes aumentan el sistema inmunológico y las temperaturas frías tienden a reprimirlo. Sin embargo, con climas cambiantes y siendo ectotérmicos, es decir, dependen de fuentes externas para obtener calor, se puede ver afectada su capacidad de respuesta inmunológica y con ello aumentar la vulnerabilidad al ataque de patógenos (aumenta la probabilidad de aparición de patógenos, por una capacidad limitada inmunológica)

Los cambios en la temperatura pueden generar ausencia de reproducción por estar fuera del rango térmico óptimo, pudiendo afectar la reproducción, principalmente en zonas de selva alta en donde la temperatura es más fría que en la Amazonía baja y los rangos de reproducción son más restringidos.

Al iniciarse las lluvias, los anfibios comienzan a reproducirse y oviponen sobre los cuerpos de agua (charcas estacionales, ríos y quebradas); sin embargo, al suscitarse sequias o periodos de escasez de lluvias prolongados, las charcas desaparecen o su nivel desciende de tal manera que se vuelve insostenible para la vida de los renacuajos, causando la muerte masiva de toda una generación de anfibios. Estos aspectos afectan de manera directa a la dinámica poblacional local.

Algunas especies de desarrollo directo (especies que oviponen huevos directamente en la hojarasca y no necesitan de agua ni pasan por un estadio de renacuajo) se ven afectadas por las sequias y aumento de la temperatura ambiental, poniendo en peligro su supervivencia, ya que su desarrollo depende de la humedad y temperatura que se mantiene gracias a la hojarasca. Algunas hipótesis científicas señalan la posibilidad de que los anfibios reduzcan su tamaño corporal con el aumento de la temperatura mundial, como un mecanismo que les permitiría regular su temperatura interna.

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Renacuajo de rana con las patas traseras desarrolladas.

Von May encontró que las especies de anfibios amazónicos tienen una amplia tolerancia a los procesos de aumento de la temperatura y al enfriamiento. Aparentemente, esto se debe a que la Amazonía es un enorme bosque continuo, un indicador claro de la importancia que tiene el mantenimiento de los bosques amazónicos para garantizar la supervivencia de los anfibios ante el escenario del cambio climático.

La situación crítica que vivimos es el reflejo de una sociedad que se aleja de las reglas básicas de convivencia con su entorno natural, generando modelos de desarrollo inapropiados que se basan en la explotación de los recursos naturales y del propio ser humano.

Desarrollo sostenible, economía verde, economía circular, diversos nombres para diversas estrategias que nos muestran el camino a seguir si es que no queremos afrontar nuestra próxima extinción.  Como postula Lovelock en su famosa teoría de Gaia, la tierra se autorregula y aunque vivimos en plena era del Antropoceno y estamos cercanos a una extinción masiva de las especies provocada por nuestros actos irresponsables, el planeta finalmente se autorregulará, continuará su ciclo, nuevas formas de vida evolucionarán y los fantasmas del pasado se desvanecerán junto a la especie que le hizo tanto daño al planeta; nosotros, los seres humanos, ya no estaremos más.

© Giussepe Gagliardi­-Urrutia.

Mauro Alberto Salas Reategui

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