Ajonjolí, adzuki y camu-camu en las restingas amazónicas

El título del presente artículo puede causar extrañeza a muchos de sus lectores, algo que es totalmente justificable, ya que todos sabemos que ni el ajonjolí, ni el adzuki, son especies vegetales originarias de la Amazonía. ¿De qué manera dos cultivos foráneos podrían acompañar en asociación agronómica a una especie nativa amazónica como el camu-camu?

Efectivamente, el ajonjolí tiene su centro de origen en África, concretamente en la cadena montañosa conocida como Montes Nuba, en el Sudán, en el noreste de África. Algunos de sus ancestros salvajes han sido identificados en la India y en Oriente Medio. La especie que conocemos hoy en día como Sesamun indicum es el producto de la domesticación y selección artificial de variedades que provienen de estas primeras especies salvajes.

El adzuki o azuki Vigna angularis, por su parte, es una especie cuyo origen se fija en el Lejano Oriente, probablemente fue cultivada inicialmente en el Himalaya, pasando después a China y Corea, siendo adoptada en Japón, donde se convirtió en la segunda legumbre más popular después de la soja. El ajonjolí llegó a América de manos de los esclavos negros que fueron transportados desde África por los colonizadores europeos. El adzuki posiblemente llegó transportado por los primeros colonos chinos que llegaron a América en busca de nuevas oportunidades.

Vemos entonces como estos pequeños granos alimenticios nos acompañan desde hace ya cinco siglos, formando parte indiscutible de la culinaria popular y también, porque no, de la alta cocina peruana. Ambas especies son muy nutritivas y otorgan grandes beneficios a la salud, lo que les da valor nutritivo y económico. Su versatilidad y gran adaptación las hace idóneas para una asociación con cultivos amazónicos. A continuación resolveremos las posibles dudas en torno a su asociación con una de las especies más emblemáticas de nuestra Amazonía, el camu camu.

Tanto el ajonjolí como el adzuki han mostrado una aceptable adaptación a las condiciones del trópico húmedo y en particular a las condiciones de los suelos inundables. El que suscribe ha desarrollado experiencias con estos cultivos temporales, con el fin de fortalecer con ingresos adicionales a los productores que se han especializado en el cultivo del camu-camu, ya que estas especies temporales pueden ser cultivadas de manera asociada con este importante frutal amazónico. Dependiendo de la densidad y el tipo de podas del camu-camu, la asociación puede persistir durante muchos años.

El ajonjolí es conocido por el ser humano hace miles de años.

Al ajonjolí es bueno sembrarlo con un distanciamiento de 80 cm x 40 cm en línea recta. Este distanciamiento está pensado para un cultivo semi mecanizado, donde se utiliza desbrozadora o motoguadaña. Cabe indicar que su siembra también puede realizarse al voleo, pero este es un método donde se desperdician muchas semillas.

La siembra la realizaremos cavando hoyos de un centímetro de profundidad en línea recta e introduciendo de 3 a 5 semillas en cada uno, tapando con la tierra para proteger la semilla de aves o roedores. La cosecha del ajonjolí se puede realizar a los 82 días de la siembra. Mis experiencias han sido desarrolladas en las restingas bajas del Amazonas, por lo que en otras zonas podría cambiar el tiempo total de cosecha. Hay que indicar que el periodo total incluye el tiempo necesario para que los frutos se sequen, proceso que se inicia por la parte inferior de la planta y concluye cuando la cubre completamente. Es importante, por tanto, sembrar en época adecuada, de modo que la cosecha no incluya periodos lluviosos. Los meses aconsejados serían agosto y setiembre, especialmente este último. La siembra podría hacerse a mediados de junio.

La planta de ajonjolí tiene un buen rendimiento. Puede alcanzar de 700 a 1000 kilogramos por hectárea. Siempre hay que tener en cuenta que el rendimiento puede variar dependiendo de los cuidados y del suelo elegido, hemos constatado que en el barro de la restinga del Amazonas no hay problemas aparentes.

Si bien, es una especie que no da muchos problemas, hay que tener cierto cuidado con las plagas que amenazan los frutos. Los roedores (ratas y pericotes) atacan los frutos habitualmente. Para evitar esto, hay que limpiar bien la parcela de malezas, especialmente gramalote. Por lo menos, a 20 metros del ajonjolí no deben existir malezas donde aniden los roedores, este aislamiento contribuye a bajar la incidencia de esta plaga.

Una plaga un poco más compleja es la del gusano blanco (larva de coleóptero). Como sabemos, este insecto es oportunista y aparece (como muchas plagas coleópteras y lepidópteras) en el periodo siguiente a la vaciante, cuando hay humedad en el suelo y aprovechan para reproducirse. En este caso lo mejor es esperar un par de semanas para que pase la época larval de este gusano que gusta mucho de las plántulas del ajonjolí.

En el caso de que algunas plantas se marchiten debido a alguna enfermedad (hongos, virus o bacterias) estas deben ser eliminadas inmediatamente. En los cultivos de ensayo la tasa de marchitamiento por estas causas fueron mínimas.

La semilla del ajonjolí tiene elevados índices de proteínas y metionina. Al tener grasas insaturadas, favorece la reducción del colesterol. Es además muy rica en calcio, fierro y zinc, ayudando este último al metabolismo de los hidratos de carbono, grasas y proteínas. Hay estudios que señalan que el ajonjolí previene la impotencia masculina. Contiene un lignano llamado sesamina, que es un fitoestrógeno con propiedades antioxidantes y anti-cancerígenas. Es uno de los aceites vegetales con más alto contenido de antioxidante, siendo el único aceite que se puede refreír sin efectos dañinos. Las semillas del ajonjolí deben ser tostadas para absorber sus nutrientes.

Por otro lado, al adzuki lo podemos sembrar con un distanciamiento de 60 cm x 40 cm, en hoyos de 2,5 centímetros de profundidad. La cosecha se puede realizar entre los 70 y los 119 días después de realizada la siembra, pudiendo dar un rendimiento de 600 a 800 kilogramos por hectárea. Al contrario que con el ajonjolí, el adzuki no es atacado por plagas significativas. La gran ventaja de esta especie es su rusticidad. Solo hay que mantener limpia la parcela para no brindar condiciones favorables a coleópteros como las mariquitas.

El adzuki, debido a su alto contenido proteico puede sustituir a la carne.

El adzuki es una especie que puede sustituir de forma sana y completa a la carne. Tiene mucha fibra soluble que ayuda al sistema digestivo y al metabolismo. Es baja en calorías y grasas, siendo más fácil de digerir que otras menestras. Lo importante es que en la Amazonía, con un cultivo tan rústico, podemos contar con un alimento proteico con aminoácidos de alta calidad.

Tanto el ajonjolí, como el adzuki son especies foráneas que se adaptan muy bien a las restingas bajas amazónicas, pudiendo formar parte de cultivos mixtos con predominancia de camu-camu. Sin duda, estos granos vinieron del oriente para quedarse.

© Mario Pinedo Panduro – Dirección de Investigación en Manejo Integral del Bosque y Servicios Ecosistémicos– BOSQUES.

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