A propósito del nombre de nuestra revista

Las palmeras conforman el grupo vegetal más diverso del mundo. Su apariencia y estructura, simple, pero de una funcionalidad y adaptabilidad asombrosa, las han convertido en el grupo vegetal más conocido y popular entre todos los públicos. No es por tanto una casualidad que nuestra revista exhiba el nombre de uno de los géneros de palmeras más imponentes, pero también, tan poco estudiadas en la Amazonia.

Se estima que en el continente americano existen  50 géneros y 457 especies de palmeras. En la Amazonía, (0 – 1000 m.snm), existen 35 géneros y 195 especies, siendo la Amazonía del Perú la región que más diversidad de especies de palmeras posee. Entre ellas se encuentra el amplio grupo de especies que pertenecen al género Attalea, al que me dedicaré en las líneas que siguen.

Para abordar este género de palmeras, empezaré hablando de un rey antiguo, Attalus III Philometor, que reinó Pérgamo (actual Turquía) en el siglo II AC. A pesar de ser de temperamento irascible, violento, vengativo y poco dado a la vida pública, cultivó, desde pequeño, una profunda afición a la botánica, la medicina y la jardinería. Algunos cronistas antiguos mencionan su especial atracción por el cultivo de especies vegetales venenosas, también cómo, en algunas ocasiones, dejándose llevar por la sospecha, probó sus efectos con los incautos súbditos que le rodeaban y de los que temía que le traicionaran. En-tendemos que fue su amor a la botánica, no sus artes con los venenos, el atributo que motivó al botánico alemán Carl Sigismund Kunth a nombrar al género de estas palmeras como Attalea y a su primera especie descrita como Attalea amygdalina.

Attalea es un género complejo y, en esto, no tiene nada que ver la personalidad retorcida de Attalus III. Su complejidad reside principalmente en que dentro de él se agrupan cuatro géneros afines: Attalea, Maximilliana, Orbignya y Sheelea (y otros géneros no aceptados como Markleya, Parascheelea, Ynesa) diferenciados, fundamentalmente, por la estructura de las flores masculinas. Estos grupos son tan afines que en ocasiones hay muchos problemas para poder identificar de que especie estamos hablando, solo un detallado análisis taxonómico podría sacarnos de la duda. Tal vez por esta razón, algunos de los nombres comunes que usan las poblaciones locales engloban a diferentes especies de estos grupos afines.

Las Attalea son bastante comunes en nuestros bosques y cumplen un papel fundamental en su equilibrio ecológico.

La complejidad del género es, sin duda, la principal razón por la que todavía no se ha establecido claramente el número de especies que agrupa. Dependiendo del conocimiento y de los criterios taxonómicos usados por diferentes autores para identificar las especies, estas se han agrupado en uno o varios géneros, siendo, por tanto, suma-mente variable el número de especies. La confusión se origina en el tratamiento separado de los géneros, la carencia de buenas colecciones de herbario, dificultada por el gran tamaño de las hojas, inflorescencias y frutos, así como por la emisión estacional, en cortos periodos, de las inflorescencias. Se suma a estos problemas la información parcial en las etiquetas de campo, la pérdida o destrucción de especímenes tipo y la descripción incompleta de muchos especímenes, dando nacimiento a nuevas especies sin contar con una información consistente.

Evitando profundizar mucho en los criterios taxonómicos, podemos dar una descripción general de las especies del género Attalea. Son palmeras que pueden presentar el tallo grueso y erguido de hasta 25-30 m, pero también un tallo corto de no más de 1m o un tallo completamente subterráneo; en este último caso las hojas emergen di-rectamente del suelo. Las hojas, en todas las especies, son grandes, de 5 a 9 m de longitud. En algunas especies, las hojas secas permanecen en el tronco por un tiempo, al caer, dejan una cicatriz fácilmente visible. Las inflorescencias nacen entre las hojas, encerradas en una bráctea peduncular gruesa, pudiendo ser estaminadas o con flores de ambos sexos en la misma planta. Las flores femeninas tienen forma esférica y son varias veces más grandes que las flores masculinas, que son pequeñas y con los pétalos de forma variada. El fruto es generalmente grande, con haces de fibras agrupadas o distribuidas uniformemente.

Las Attalea están distribuidas en algunas islas del Caribe como Haití, Belice, trinidad Tobago y principalmente en toda la región Neotropical continental, desde el sur de México, Guatemala, Honduras, El salvador, Panamá, Costa Rica, Venezuela, Surinam, Guyana, Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia, Brasil y Paraguay.

El rango ecológico del género abarca la mayoría de los eco-sistemas, las dunas de arena costeras, los bosques subandinos hasta los 1600 m de altitud, bosques de tierras bajas húmedas y bosques estacionalmente secos;  sabanas, pantanos. La mayor diversidad de especies se encuentra en Sudamérica donde se cuentan 56 especies.

Estas palmeras tienen gran importancia cultural y de sostenimiento para las comunidades indígenas y rurales, en su área de distribución. Particularmente en la Amazonia se obtienen varios productos de ellas, como frutos, aceite y harina para alimentarse, zumo para endulzar y hacer vino, fibras para tejer, madera para la construcción, hojas para techar sus viviendas y materiales para hacer utensilios y herramientas de uso doméstico, caza y pesca.

El uso más extendido es el techado de viviendas y de tambos provisionales con las hojas de prácticamente todas las especies. Algunas como las de Attalea micro-carpa, Attalea bassleriana,Attalea butyracea, se utilizan principalmente para hacer un tejido de varias hojas, llamadas “cumbreras”, para cubrir la juntura del techo de dos aguas. Estos tejidos pueden durar hasta ocho años. Las hojas también sirven para hacer cercos, paredes y puertas de las viviendas; para tejer cestas provisionales, sombreros y otros artefactos (carteras, tapetes, bolsos, cinturones, muñecas). Las hojas de varias especies son utilizadas como ramo en las festividades católicas de Semana Santa.

Attalea funifera, piaçaba (Brasil) produce fibras en la base de las hojas que se utilizan para la fabricación de escobas y para la cobertura de los techos, actividad económica importante sobre todo en el estado de Bahía, Brasil.

De los frutos de las especies de Attalea se puede extraer aceite de muy buena calidad, tanto para uso alimenticio como para uso industrial.

El mesocarpio, carnoso y dulce, de los frutos de algunas especies es comestible, y se venden en los mercados locales; principalmente los de Attalea butyracea palma de vino (Colombia); Attalea prínceps, motacu (Bolivia), urucurì (Brasil); Attalea speciosa, cusi (Bolivia), babassu (Brasil); Attalea maripa, inayuga (Perù) inajaí (Brasil) cucurito (Colombia). En Brasil se elabora fariña del mesocarpio de Attalea speciosa. Del mesocarpio de varias especies también se obtiene aceite, tanto comestible (A. maripa), como de uso industrial (A. oleifera, A. princeps, A. butyracea). Los frutos caídos sirven de alimento para la fauna silvestre y los animales domésticos.

Las semillas de todas las especies de Attalea son comestibles. Las más demandadas para este fin son Attalea tessmanni, conta (Perú), cocão, pindobassú (Brasil); Attalea. speciosa, cusi (Bolivia), babassu (Brasil); Attalea amygdalina, almendrón (Colombia). Attalea butyracea palma de vino, canambo (Colombia). De las semillas también se puede obtener aceite comestible (A. oleifera, A. colenda, A. cuatrecasana) o para fines industriales (A. speciosa y A. butyracea).

De la especie Attalea butyracea, palma real (Colombia), se extrae la savia de su tallo, que fermentada constituye el  “vino de palma” y convertido en vinagre se usa para cocinar. Las raíces de esta misma especie son utilizadas para combatir la hepatitis. Del palmito de Attalea maripa también se prepara un reme-dio contra la hepatitis y de su infrutescencia se obtiene sal vegetal, convertida en cenizas, se cocina en agua y luego se filtra.

Espero que ahora entiendan la razón del nombre de nuestra revista. Qué mejor manera de rendir home-naje a un grupo de palmeras que tanto han dado al poblador amazónico, que forman parte de nuestra rica y exuberante Amazonía y que tienen un excelente potencial como productoras de aceite.

© Kember Mejía Carhuanca –  Dirección de Investigación en Diversidad Biológica Terrestre Amazónica – IIAP

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Attalea Administrador

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