Origen y evolución de las serpientes: Una discusión abierta

Actualmente existen más de 3.971 especies de serpientes, de las cuales, alrededor del 20% son venenosas. Estos vertebrados han tenido una gran importancia a lo largo de la historia de la humanidad, estando presentes en la simbología, mitología y creencias de diversas culturas alrededor del mundo. En algunos casos, las serpientes han simbolizado atributos positivos, como la sabiduría, prudencia, fortaleza o salud. En la religión hinduista, por ejemplo, la serpiente representa la energía primordial o kundalini que activa y moviliza la conciencia individual y grupal en el planeta; en Occidente, la serpiente ha sido utilizada como símbolo de la salud y de las artes médicas; la vara de esculapio, símbolo que muestra una serpiente enroscada en una vara, utilizado por la Organización Mundial de la Salud, representa la profesión médica y su rejuvenecimiento permanente. Pero también, la serpiente ha representado aspectos negativos y oscuros en la vida de los seres humanos. En la religión cristiana, por ejemplo, la serpiente representa el mal, siendo el animal que motivó a Eva a consumar el pecado original.

Esta fascinación por las serpientes no escapa a los estudiosos de su origen y evolución, que mantienen una continua discusión sobre el origen antiguo de las serpientes; unos sostienen la hipótesis de que fueron nadadores marinos; otros, en cambio, sostienen que fueron animales fosoriales (excavadores terrestres).

Una contribución significativa en esta discusión se produjo el año 2015, cuando el investigador Michael Caldwell y otros colaboradores dieron a conocer cuatro especies fósiles de serpientes, consideradas las más antiguas hasta entonces, ubicadas entre los periodos estratigrafos (a veces llamados periodos geológicos) Jurásico medio (hace 167 millones de años (ma)) y Cretácico temprano (hace 143 ma). Estos registros son 70 millones de años más antiguos que los restos fósiles previamente conocidos de las serpientes denominadas Coniophis, en el Cretácico tardío (alrededor de 100 ma).

Las especies que reporta el equipo de Caldwell son Parviraptor estesi, una serpiente que vivió en el período Jurásico tardío hasta el Cretácico temprano (150 a 144 ma), de unos 60 cm, inicialmente descrita en 1994 como lagarto y que fue encontrada en Inglaterra, Diablophis gilmorei encontrada en Colorado, EEUU y Portugalophis lignites (la más grande de las cuatro, con 1,2 metros de longitud), encontrada en Portugal, estas dos serpientes vivieron hace 155 millones de años. Finalmente, Eophis underwoodi, el registro fósil de serpiente más antiguo hallado en Inglaterra y que vivió hace más de 167 ma. Todas estas serpientes probablemente se alimentaban de pequeños mamíferos, dinosaurios jóvenes, lagartos, aves y ranas. Este estudio detalla diversas características morfológicas de cada una de ellas.

Estos descubrimientos ayudan a cerrar el vacío de información existente en la historia evolutiva de los reptiles, ya que permiten entender como la irradiación de serpientes coincide con la época de irradiación de otros grupos de escamosos y con las predicciones de reloj molecular realizadas en otros estudios de filogenia, donde se estima el tiempo geológico de irradiación de diversos grupos de organismos. Todas estas especies han sido registradas lejos de zonas marinas, en sistemas de rocas lagos, estanques costeros mixtos y sistemas fluviales, situados a varios cientos de kilómetros de la costa, un indicativo de que probablemente estas serpientes fueron aisladas en islas y en el continente durante la ruptura de la primigenia masa continental o Pangea.

Una de las conclusiones a las que Caldwell y colaboradores llegan, es que consideran que el cráneo evolucionó antes que el alargamiento del cuerpo y la pérdida de los miembros, una condición muy discutida entre paleontólogos y estudiosos de reptiles (esta conclusión está basada en que las características del cráneo de especies modernas son similares a las serpientes fósiles descritas).

Las serpientes han evolucionado en multitud de formas, colores y tamaños, adaptándose cada una de las especies a una región geográfica determinada.

Otro estudio que contribuye al mismo debate es del año 2015, publicado por Hongyu Yi y Mark Norell sobre el origen fosorial de las serpientes modernas, estudiando la condición del oído interno de la serpiente fósil Dinilysia patagonica, así como el de especies fosoriales modernas, para lo que se ayudaron de rayos X y modelos virtuales del oído interno, concluyendo que el hábito de D. patagonica fue fosorial, al igual que el del ancestro hipotético del cual descendía esta especie y todas las serpientes modernas.

Una conclusión similar es a la que llegaron Hsiang y otros colaboradores, en un estudio publicado el 2015, que concluyen que el ancestro hipotético de las serpientes modernas era nocturno, activo primariamente en la superficie del suelo y semifosorial. Aunque existe cierta discrepancia en él hábito exacto, la coincidencia de estos dos estudios es que marcan el origen de las serpientes modernas como terrestre y no marino.

Una tarea pendiente que tienen los paleontólogos, es realizar estudios similares a los de Yi y Norell con ejemplares de Eophis underwoodi, lo que ayudaría notablemente a una mejor comprensión de la evolución de las serpientes.

Sin embargo, lejos de ser un tema cerrado, la discusión está abierta y futuros estudios aún nos pueden dar más luces sobre la evolución de las serpientes.

© Giussepe Gagliardi Urrutia – Instituto de Investigaciones de la Amazonía Peruana.

Referencias bibliográficas:

1.- Hsiang, A.Y et al. (2015).The origin of snakes: revealing the ecology, behavior, and evolutionary history of early snakes using genomics, phenomics, and the fossil record. BMC Evolutionary Biology. doi: 10.1186/s12862­015­ 0358­5.

2.- Michael W. Caldwell, M. W et al. (2015). The oldest known snakes from the Middle Jurassic[1]Lower Cretaceous provide insights on snake evolution. Nature Communications 6, article number: 5996; doi: 10.1038/ncomms6996.

3.- Yi, H; Norell, M. A. (2015) The burrowing origin of modern snakes. Science Advances 1, e1500743. DOI:10.1126/sciadv.1500743

Giovanni Pinedo Tejada

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