ALAS Y FEROMONAS: EXPLORANDO LA CONDUCTA REPRODUCTIVA DE LOS LEPIDÓPTEROS
Cómo luce? ¿tendrá un buen aroma? ¿tendremos una buena descendencia? ¿nos proporcionará los recursos necesarios? Y, lo más importante, ¿será la especie correcta?
Elegir pareja es uno de los sucesos más decisivos de la vida y requiere de muchas decisiones y consideraciones. Con una expectativa de vida de pocos meses, los lepidópteros entienden esto a la perfección y no pierden mucho el tiempo en encontrarla. Al momento de buscar y cortejar una pareja, estos insectos alados utilizan estrategias muy interesantes, siendo algunas de ellas, para ser sinceros, un tanto extrañas.
Amor a primera vista
La selección visual es frecuente en muchas especies de lepidópteros diurnos. Para atraer potenciales parejas, las mariposas dependen en gran medida de sus patrones de coloración. Generalmente, machos y hembras presentan diferencias en la coloración o patrones de sus alas, fenómeno conocido como dimorfismo sexual, siendo, por lo general, más llamativos los machos que las hembras. Conscientes de ello, los machos se exhiben en todo su esplendor, desplegando sus alas cuando descansan o realizando aleteos rápidos y acrobacias aéreas para mostrar sus colores y atraer a las hembras.
Algunas mariposas presentan colores rojos, amarillos o azules brillantes que además de atraer parejas sirven para advertir sobre su toxicidad; otras mariposas presentan patrones de color que imitan especies venenosas, engañando así a los depredadores. Estas características pueden ser vistas como una señal de poseer una “buena genética”, influyendo finalmente en la selección que realicen las potenciales parejas.
Perfumes exclusivos
Oler bien es unos de los requisitos indispensables para las polillas. A diferencia de los lepidópteros diurnos, que mayormente usan solo la visión para encontrar pareja, los nocturnos utilizan otras estrategias que implican la producción de feromonas que pueden cumplir su función de atracción a largo alcance.
Para atraer a su potencial pareja, las hembras utilizan feromonas sexuales, unas sustancias químicas específicas para cada especie que liberan desde unas glándulas situadas entre sus segmentos abdominales VIII y IX. Debido a un aumento en la presión hemolinfática en el abdomen, estas glándulas se modifican y las feromonas se evaporan en el aire.
Con ayuda de las neuronas quimiorreceptoras que se encuentran en las miles de setas que poseen sus antenas, los lepidópteros machos obtienen información de su entorno y de esta forma se orientan para emprender vuelo correctamente, siendo capaces de percibir el olor de las feromonas sexuales de la hembra… ¡a más de 1 km de distancia! Apuesto a que ninguno de tus perfumes más costosos es percibido a esa distancia.
En cuanto el macho percibe el aroma se presenta ante la hembra, vuela cerca de ella y la bombardea de estímulos visuales, táctiles, sonoros y químicos.
A través de los androconios o escamas androconiales, unos órganos especializados que poseen células glandulares, los machos emiten unas feromonas denominadas afrodisíacas, las cuales actúan a corta distancia. En contraste con las glándulas de las hembras, el aparato androconial de los machos es muy variable tanto a nivel de estructura como de localización sobre el cuerpo del insecto. Éstos suelen encontrarse en las alas y en el abdomen y estar constituidos por dos partes: el órgano glandular secretor y el órgano emisor, formado por escamas modificadas que pueden llegar a alcanzar tamaños considerables.
El comportamiento de los lepidópteros machos durante el cortejo puede ser muy variado entre especies. Por un lado, están los que realizan una exhibición especial, mostrando sus androconios, volando en patrones específicos o realizando vibraciones alares, como los machos de Eurema daira (todo un espectáculo para conquistar a la hembra) y por otro lado, los que presentan comportamientos más simples, en los que el macho vuela cerca a la hembra y la golpea brevemente antes de posarse e intentar copular. Las feromonas afrodisíacas intervienen en el comportamiento de cortejo, sobre todo cuando el macho se inclina hacia adelante y sujeta las antenas de la hembra con sus alas para impregnarlas de las feromonas que libera al entrar en contacto con los androconios.
En cuanto a las respuestas de comportamiento de la hembra, éstas suelen ser más pasivas ante la seducción, normalmente se ha observado una inhibición de la reacción de fuga provocada por la estimulación androconial. Pero algunas especies, si están receptivas, también adoptan posturas para facilitar el apareamiento.
Regalos nupciales
Al momento de aparearse, macho y hembra se colocan mirando en direcciones opuestas y unen sus abdómenes para que se realice el intercambio de gametos. El macho introduce su órgano reproductor en la hembra y transfiere el espermatóforo, un saco que contiene el esperma, de esta forma la hembra fertiliza los huevos en el interior de su cuerpo. Además del ADN, estos espermatóforos contienen sustancias ricas en nutrientes que la hembra puede utilizar en la producción de huevos y en su propio mantenimiento, algo que podríamos considerar como un regalo nupcial.
Con el espermatóforo, los machos también trasfieren otros compuestos secundarios que resultan tóxicos para algunos vertebrados, brindando a la hembra más oportunidades de supervivencia; algunos de estos compuestos las hacen menos atractivas (actuando como un anti-afrodisíaco) y evitan que otros machos se les acerquen, esta estrategia química es utilizada por las mariposas de la familia Heliconiinae.
La cópula puede durar entre diez minutos y varias horas, dependiendo del tamaño de la especie y de cuan recientemente se haya apareado el macho. Una vez finalizada la cópula, el macho termorregula al sol unos segundos y luego emprende vuelo para reanudar la búsqueda de pareja. Así es, los lepidópteros no son monógamos, se aparean varias veces y si tienen oportunidad, ¡incluso el mismo día! Por su parte, la hembra bañada en perfume “anti-afrodisíaco” se concentra en localizar alimento y lugares de oviposición.
Durante el apareamiento los lepidópteros se encuentran muy vulnerables, por lo que algunas especies han aprendido a aparearse en pleno vuelo para evitar el ataque de sus depredadores. Entre machos, la competencia por aparearse también es usual y suele ser muy reñida, por lo que en ciertas especies, como las del género Heliconius, por ejemplo, los machos se aparean con las hembras cuando están aún emergiendo de su pupa.
Decisión complicada
Durante el cortejo, macho y hembra obtienen información para evaluar el potencial de su posible pareja. Las hembras, por lo general, eligen a los machos que puedan proporcionar una buena cantidad de nutrientes basándose en su tamaño, edad, persistencia al cortejar y señales químicas, estas señales brindan a la hembra información vital sobre la calidad de los genes del macho.
En cuanto a los machos, al no poder producir grandes cantidades de espermatóforos, son sexualmente selectivos y, generalmente, eligen hembras jóvenes y grandes para cortejar, ya que éstas por lo general tienen mayor esperanza de vida y un alto nivel de fecundidad.
Melodías ultrasónicas
¿Creías que solo las aves atraen a sus parejas cantando? También existen polillas nocturnas que lo hacen como parte del cortejo previo al apareamiento. Son los machos de estas especies de lepidópteros nocturnos los que emiten llamadas ultrasónicas, utilizando primero el olfato para localizar a las hembras.
Las especies asiáticas, Ostrinia furnacalis y Eilema japonica, al igual que otras polillas, desarrollaron la capacidad auditiva para detectar a los murciélagos, pero con el tiempo han sabido aprovechar esta habilidad para otros fines, creando métodos para facilitar el apareamiento mediante el sonido.
En el caso de Ostrinia furnacalis,el macho engaña a la hembra emitiendo sonidos similares al chillido de ecolocalización de un murciélago en plena caza, lo que provoca que ésta se paralice evitando llamar la atención del supuesto depredador, situación que es aprovechada por el macho para aparearse con ella.
Por otro lado, la evolución del sentido auditivo de Eilema japonica, ha avanzado más allá. Aunque también los machos emiten sonidos similares a los de un murciélago cazando, las hembras de esta especie son capaces de notar la diferencia de matices entre el sonido de un depredador y el de un macho en cortejo, permitiéndole diferenciar entre señales de peligro y señales de apareamiento.
Está claro que la selección de pareja en los lepidópteros es el resultado de comportamientos complejos, revelándonos no solo una impresionante variedad de estrategias de apareamiento, sino también cómo estos insectos han evolucionado para maximizar sus oportunidades de éxito reproductivo en un entorno desafiante y competitivo.
© Valeri De Almeida