La entrevista: Dr. Paul Fine
Paul Fine es profesor de la Universidad de California, Berkeley. Tiene más de 21 años trabajando en la Amazonia, en los que se ha dedicado al estudio del origen y el mantenimiento de la diversidad de árboles en sus bosques. Se ha especializado en el papel que juegan las interacciones bióticas y la heterogeneidad ambiental en la diversidad morfológica, funcional y genética de los árboles tropicales, y cómo estos factores influyen en la distribución y especiación de las plantas. Desarrolla estudios sobre los bosques de arena blanca del Perú, la especialización de hábitat y el ensamblaje de comunidades en linajes de árboles amazónicos, y las interacciones de las plantas y sus enemigos naturales que impulsan la defensa química y la diversificación.
Las respuestas químicas de los árboles a los ataques de los insectos y otros animales son sorprendentes. Recientes investigaciones hablan sobre su capacidad de comunicación y reacción a ciertos estímulos. En algunos casos estas respuestas son grupales. ¿Podemos hablar de una inteligencia vegetal? ¿Considera que sus investigaciones pueden servir para modificar la forma en la que nos relacionamos con los bosques?
Cualquiera que sea tu definición de inteligencia, está claro que las plantas utilizan la información disponible para tomar decisiones estratégicas que les ayuden a sobrevivir y reproducirse. Estudios recientes demuestran que las plantas se comunican con otras plantas para protegerse contra el ataque de insectos, o para optimizar la captación de nutrientes gracias a organismos asociados con hongos, entre otras proezas. Mi propio trabajo sobre Protium (árboles de copal o ‘copales’) ha demostrado que la mayoría de las especies producen terpenos volátiles, y que los genes que codifican estos terpenos son antiguos, tan antiguos como todas las Angiospermas, y que ha habido una selección estabilizadora para mantener la producción de estos compuestos durante la historia evolutiva del grupo, lo que sugiere que estos compuestos funcionan como señales que pueden ser interpretadas por animales como las avispas parasitoides, o incluso para advertir a otras plantas de un ataque inminente.
Los bosques de arena blanca han cobrado importancia hace no más de veinte años. La Reserva Nacional Allpahuayo Mishana alberga bosques de arena blanca que son únicos en la Amazonía. Desde la creación de la Reserva en el 2004, ¿se ha podido evidenciar una dinámica de recuperación de las especies? ¿qué tan resilientes son las especies vegetales de este tipo de bosque?
Los árboles que crecen en los bosques de arena blanca lo hacen de forma increíblemente lenta. Desde la creación de la Reserva Nacional Allpahuayo – Mishana en 2004, ¡presumo que los árboles más grandes han crecido menos de 5 cm de diámetro! Sin embargo, la gente extrae de los bosques de arena blanca (tanto dentro como fuera de la Reserva) especies valiosas como Caraipa (aceite caspi) y Aspidospermum (remo caspi). No tengo conocimiento de ninguna investigación sobre cuánta madera se puede extraer de manera sostenible de los bosques de arena blanca sin dañar el ecosistema. Lo que puedo decirles es que, cuando las personas talan la mayoría de los árboles, los nutrientes son liberados de la biomasa viva y de las redes de raíces, porque el suelo arenoso no puede retener macronutrientes críticos como el nitrógeno o el fósforo. El resultado de esto es una purma desnuda que está tan degradada que los árboles no podrán crecer allí durante muchos, muchos años.
¿Cuáles son las amenazas que enfrenta este tipo de bosques? ¿podemos hacer algo al respecto?
Las personas que viven cerca de los bosques de arena están entre las más pobres del mundo, y necesitan alternativas económicas a la tala de árboles que venden como madera redonda (“varillas”) para construcción, o para hacer carbón. Está mal culpar a las personas que solo están tratando de ganar unos pocos soles para alimentar a sus familias, para enviar a sus hijos a la escuela y para comprar medicinas. Si queremos proteger los bosques de arena blanca, debemos pensar en cómo mejorar el nivel de vida de las personas que viven cerca, para que no necesiten talar árboles para generar ingresos. Una iniciativa exitosa ha sido la promoción de la cosecha sostenible de frutos silvestres del bosque, como aguaje y ungurahui. La piscicultura es otra posibilidad. Pero el asunto más importante es que debemos asumir una mayor responsabilidad como sociedad para cuidarnos unos a otros y asegurarnos de que todos en el mundo tengan acceso a suficientes alimentos, agua potable, escuelas, vivienda y atención médica.
¿Cuánto hemos avanzado en el entendimiento de los bosques y las interacciones entre las especies vegetales?¿Cree que este conocimiento favorecerá su conservación?
Sí, es de suma importancia tener una comprensión más profunda de la historia natural de la flora y la fauna de nuestros bosques, y cómo interactúan entre sí (e incluso con los humanos, que han desempeñado un papel importante en los bosques de América del Sur durante quizás 30.000 años). Cuanto más sabemos sobre el bosque, más lo amamos, y cuanto más nos sentimos separados de él, más nos damos cuenta de que todos estamos conectados y dependemos unos de otros y de todos los seres del mundo, y que es nuestra responsabilidad cuidar los bosques y promover la inclusión de las personas que viven en ellos y cerca de ellos. También debemos reconocer el terrible precio que la colonización ha impuesto a los pueblos amazónicos, y que convertir los bosques y la gente en “recursos naturales y humanos” nunca ha beneficiado a los habitantes de la Amazonía como grupo – en su mayoría solo ha enriquecido a los colonizadores. Y esto sigue siendo cierto, bien sea que se considere la economía del caucho, del petróleo, del oro, o incluso del ecoturismo. Debemos hacer mejor las cosas, y debemos comenzar a compensar por ese daño a los habitantes de la Amazonía, y hacer un compromiso real con la justicia social y económica.
¿En qué proyectos de investigación está inmerso en la actualidad? ¿Qué tan importante es la cooperación científica con el IIAP?
Acabo de comenzar dos nuevos proyectos en el área de Iquitos. Uno de ellos se enfoca nuevamente en los copales (Protium) y aquí estamos estudiando las plántulas de 32 especies de Protium en la Reserva Allpahuayo-Mishana, evaluando los compuestos secundarios en sus raíces e identificando los microorganismos del suelo que están asociados con ellas. Hicimos un estudio similar sobre las hojas y los insectos asociados con estas especies, que publicamos en 2018 (Salazar et al. 2018, Nature Ecology and Evolution). Nuestro objetivo ahora es comprender los factores que influyen en la evolución de la diversidad química en las plantas, y qué papel desempeñan los insectos y los microorganismos del suelo para impulsar la riqueza y la rareza de los árboles del bosque.
El segundo proyecto trata sobre las palmeras del dosel. Vamos a hacer volar drones sobre un área de bosque de 50 X 20 km en Loreto, y usaremos las imágenes para contar todas las palmeras del dosel e identificarlas al nivel de especie. Sobre el terreno estudiaremos su abundancia en diferentes etapas de la vida. Vamos a comparar áreas cercanas a los ríos grandes con áreas a 10 km de los ríos, y a hacer calicatas (estudios) del suelo. Las calicatas del suelo nos dirán si hay cantidades significativas de carbón vegetal depositadas en el pasado (y las fechas) que indiquen el manejo humano de los bosques, y también contaremos los fitolitos de palma (cuerpos de sílice que permanecen en el suelo durante miles de años). Con estos fitolitos se puede identificar hasta género y especie, y esta información, junto con la genética de poblaciones, nos permitirá determinar cómo las especies comunes y raras de palmeras han cambiado en número a lo largo del tiempo, y si estos cambios están asociados con la presencia de seres humanos durante los últimos milenios.
Tengo una larga relación con el IIAP desde el año 2000. El IIAP ha sido una increíble fuente de apoyo a lo largo de los años. El IIAP me dio un lugar para vivir cuando trabajé en mi tesis doctoral, me ayudó con la logística en muchos de mis proyectos y, lo que es probablemente más importante, las redes de colaboración con los investigadores del IIAP me han permitido trabajar con mucha gente maravillosa. La vinculación con la mayoría de los estudiantes en el área de Iquitos de los que he sido mentor fue posible gracias a mis contactos con la gente del IIAP. Estoy muy orgulloso del hecho de que muchos de los estudiantes con los que he trabajado en Iquitos hayan avanzado en carreras de biología, silvicultura y conservación. ¡Seis de mis estudiantes lograron maestrías en Brasil y dos obtuvieron doctorados! Además, he sido coautor de varias publicaciones con investigadores del IIAP, y también he presentado propuestas para subvenciones con ellos. ¡Espero tener muchos años más de amistad y cooperación con el IIAP!