La preocupante disminución de las aves amazónicas y sus posibles consecuencias para el ser humano
La reducción drástica de las poblaciones o extirpación local de ciertas especies de aves puede tener impactos en la integridad y funcionalidad de los ecosistemas. Las aves son componentes muy importantes de un ecosistema saludable, por los servicios ecosistémicos que brindan, incluyendo la polinización, la dispersión de semillas, la depredación, el control de plagas y otros. Además, las aves prestan servicios adicionales a la población humana, como fuente de alimento, de recreación y educación, y como componentes de la cultura tradicional y popular amazónica.
Las aves ciertamente están entre los elementos más vistosos y emblemáticos de la Amazonia. Casi todo el mundo identifica a un guacamayo o un tucán con la exuberancia selvática, aunque además de en la Amazonia también están presentes en los bosques de Centroamérica y de la cuenca del Orinoco.
Todos los exploradores y viajeros amazónicos del pasado describieron con admiración la vistosidad y diversidad de las aves amazónicas. El cronista de la expedición de Orellana, Fray Gaspar de Carbajal, cita a varias de ellas en su relato de hace casi cinco siglos. De Carvajal es responsable, por cierto, del nombre de Amazonas, pues describe a las supuestas “guerreras” disparando con enorme energía flechas a los viajeros, una de las cuales lo dejó tuerto. Una de las anécdotas narradas por el buen Fray Gaspar se refiere al canto de una de las aves. Por la descripción, creo que se trata de una de las más amenazadas actualmente en la Amazonia, el piurí: “Y
fue que a hora de vísperas se puso sobre un árbol debajo del cual estábamos aposentados un pájaro del cual nunca oímos más el canto, que a muy grande priesa hacía y distantemente decía hui, y eso dijo tres veces dándose muy gran priesa (…) y así era que cuando se oía nuestros compañeros se alegraban, y en especial si había falta de comida, y se aparejaban a ir todos a punto de guerra.
Aquí nos dejó esta ave que nunca la oímos más”.
Y es más que probable también que esta especie, de gran tamaño y sabrosa carne, y abundante en tiempos antiguos en las riberas de los grandes ríos amazónicos, también haya sido la primera ave cazada por un europeo en la selva amazónica, pues más adelante relata Fray Gaspar: “Y fue que un compañero (…) tiro a una ave con una ballesta, que estaba en un árbol junto al río”.
El misionero jesuita Franz Xavier Veigl, por citar otro ejemplo, que trabajó en las misiones del alto Marañón un par de siglos después, a mediados del siglo XVIII, dice de esta especie: ‘‘Este piurí, tan común en estas selvas, es una de las aves más hermosas, y, sin duda alguna, sería muy codiciada en los jardines de los palacios reales”1.
El piurí (Crax globulosa) fue perseguido en los siglos posteriores hasta casi la extinción debido a su tamaño y deliciosa carne, y a su distribución en zonas muy accesibles de las tahuampas e islas de los ríos de agua blanca (Marañón, Ucayali, Amazonas, Ñapo, Pastaza, Putumayo). En estas riberas precisamente, la presencia humana es más intensa y es donde los bosques han sido más explotados. Por más de 30 años no hubo registros del piurí en Perú, donde estaba antiguamente su área de distribución principal, hasta hará unos 15 años, en que ornitólogos peruanos avistaron la especie en el bajo Marañón, zona de amortiguamiento de la R. N. Pacaya – Samiria primero, y luego en el bajo Ucayali, también en la zona de amortiguamiento de esta reserva. Ha habido muy pocos registros adicionales en estos años, en el bajo Amazonas y Bajo Pastaza. En Brasil, Bolivia y Colombia el piurí se conoce de unos pocos lugares, y siempre es muy escaso.
No es la única especie bajo amenaza, sin embargo. Todos los crácidos grandes, incluyendo las varias especies de paujiles, pavas y pucacungas, han sufrido una enorme presión de caza y, en el caso especialmente de la selva alta, pérdida y degradación de hábitat, y su situación es vulnerable. Algunos, como el Paujil unicornio o del Sira (Pauxi koepckeae) sumaron a la sobrecaza y la pérdida de hábitat su distribución restringida, y está considerado en peligro crítico, tanto a nivel nacional como internacional, pues es endémica del Perú.
Otras especies perseguidas por su carne y hoy clasificadas en situación vulnerable, en peligro o en peligro crítico, incluyen a los trompeteros, grandes loros y patos, cuyas poblaciones han disminuido drásticamente en el último siglo. Respecto a los loros grandes, han sido perseguidos para ser vendidos como mascotas, pero también son cazados por su carne, especialmente los guacamayos y las loras del género Amazona. Sus poblaciones fueron enormes hace apenas un siglo y medio, pero ahora las especies más grandes han sido extirpadas de gran parte de sus territorios. Cualquiera que haya visitado las selvas de Madre de Dios o algunas de las más remotas de Loreto o Ucayali puede hacer una rápida comparación entre la omnipresencia de las varias especies de guacamayos en esas áreas y su conspicua ausencia en los lugares más accesibles por río o carretera.
Varias especies de patos han sido perseguidas por su carne, especialmente el pato criollo (Cairina moschata), que según relatos antiguos era muy abundante en los humedales amazónicos y hoy es extremadamente raro, y el ganso del Orinoco (Neochen jubata), del que sobrevive una reducida población en el Parque Nacional del Manu, en Madre de Dios.
Algunas especies, como ciertas aves rapaces grandes, especialmente el águila arpía (Harpía harpyja) y las cigüeñas tutuyo (Jabirú mycteria) y manshaco (Mycteria americana), han visto diezmadas sus poblaciones, no tanto por la caza directa, sino por la tala indiscriminada de los árboles donde anidan (la lupuna – Ceiba pentandra, y el shihuhuaco –Dipteryx spp.-, por ejemplo), y la disminución de sus presas debido a la explotación por el ser humano (animales terrestres en el caso de la arpía, y peces y otros organismos acuáticos en el caso de las cigüeñas).
“Entre las varias especies clasificadas en peligro, destaca el colibrí maravilloso o colibrí de cola de espátula, considerado el más bello del mundo y endémico del valle de Utcubamba en la región Amazonas”
En la selva alta también hay varias especies de distribución muy restringida que están amenazadas por la pérdida y degradación de su hábitat, debido a la imparable deforestación y la tala ilegal de madera. Aquí la situación se agrava por el cambio climático, puesto que tanto plantas como animales se ven forzados a migrar paulatinamente a mayores altitudes por el incremento de las temperaturas. Su hábitat está siendo progresivamente fragmentado, por el avance de la frontera agrícola favorecida por la apertura de carreteras, muchas de ellas ilegales, por lo que algunas especies están en serios problemas.
En peligro crítico están el Tororoí jocotoco (Grallaria ridgelyi), y el cometa de vientre gris (Taphrolesbia griseiventris). Entre las varias especies clasificadas en peligro destaca el colibrí maravilloso o colibrí cola de espátula (Loddigesia mirabilis), considerado el más bello del mundo, y endémico del valle del Utcubamba en la región Amazonas.
“La reducción drástica de las poblaciones o extirpación local de ciertas especies de aves puede tener impactos en la integridad y funcionalidad de los ecosistemas”.
Aunque en la selva baja las especies suelen tener una distribución relativamente amplia, hay casos excepcionales, como el de la Perlita de Iquitos (Polioptila clementsí) y de algunas otras aves especialistas de los bosques de arena blanca o varíllales de la cuenca del Nanay, que están en peligro por la deforestación y degradación de estos ecosistemas. La Perlita de Iquitos, en particular, se distribuye solamente en algunos varíllales de la Reserva Nacional Allpahuayo – Mishana, y probablemente no queden más que 15 o 20 parejas de la especie2.
Un servicio ecosistémico en peligro
La reducción drástica de las poblaciones o extirpación local de ciertas especies de aves puede tener impactos en la integridad y funcionalidad de los ecosistemas. Las aves son componentes muy importantes de un ecosistema saludable, por los servicios ecosistémicos que brindan, incluyendo la polinización, la dispersión de semillas, la depredación, el control de plagas y otros.
Además, las aves prestan servicios adicionales a la población humana, como fuente de alimento, de recreación y educación, y como componentes de la cultura tradicional y popular amazónica.
Un ejemplo de esto es la función de dispersión de semillas que cumplen los crácidos (pavas, pucacungas, paujiles), los trompeteros y los tinamúes o perdices. Quienes visitan la selva se sorprenden a veces al observar pequeños montículos de semillas esféricas u ovaladas en ciertos lugares, a veces en estado de germinación, especialmente de palmeras como cashapona (Socratea exorrhiza), sachapona (Iriartea deltoided), ungurahui (Oenocarpus batauá), huasaí (Euterpe precatoria) y otras. Son obra de estas aves, que digieren la pulpa en sus buches y regurgitan las grandes semillas en otro lugar, ayudando a dispersarlas lejos del árbol madre3.
Un caso particular interesante es el del huayruro, del que hay varias especies (Qrmosia spp.). Sus llamativas semillas (rojas y negras) son tóxicas si se las ingiere, pero varias aves, incluyendo al trompetero, ciertas perdices amazónicas (tinamus) y varias pavas, pucacungas y paujiles, las ingieren para ayudar a moler otras semillas y frutos de los que se alimentan. Esto ocurre porque las semillas del huayruro son muy duras y reemplazan a las piedritas usadas para este fin por las aves en otros lugares, y que son muy escasas en la selva baja.
Parece ser un caso de mutualismo, pues las aves se benefician y también el árbol Ormosia: la capacidad de germinación de las semillas es mucho mayor cuando pasan por el tracto digestivo de estas aves (sus ácidos gástricos no destruyen la dura cutícula del huayruro, pero sí la ablandan) y ayudan a dispersarlas lejos del árbol madre.
“La defaunación está reduciendo la capacidad de regeneración del bosque, causando cambios en su composición y funciones, debilitando su resiliencia frente al cambio climático y otras amenazas”.
Ahora preguntémonos qué pasa con estas y otras especies arbóreas que dependen de la dispersión de sus semillas por grandes aves (y otros animales, como monos, tapires, pecaríes) que han sido extirpadas de gran parte de la selva peruana. Cualquiera que camine por la selva puede observar la cantidad de ñutos y semillas pudriéndose debajo de los árboles, porque ya no están los animales que antes se alimentaban de ellos y que ayudaban en la dispersión. Estudios realizados en varios lugares muestran que la defaunación está reduciendo la capacidad de regeneración del bosque y causando cambios en su composición y funciones, debilitando su resiliencia frente al cambio climático y otras amenazas, y los servicios eco- sistémicos que presta (como la captura de carbono para la mitigación del cambio climático)4.
Las aves, deleite para el espíritu humano y activo para el desarrollo.
Es bien sabido que el ser humano necesita estar en contacto con la naturaleza para estar sano, física, emocional, síquica y socialmente. Todos hemos sentido esa sensación de bienestar, paz y plenitud cuando damos un paseo por un bosque o por la orilla del mar.
Los humanos hemos evolucionado en contacto con la naturaleza y su ausencia de nuestro entorno provoca el llamado “síndrome de déficit de naturaleza” o “trastorno por déficit de naturaleza”, que se expresa en estrés, ansiedad, dificultad de atención y depresión, entre otros síntomas. Por el contrario, el contacto con la naturaleza produce claros beneficios, como mejorar el sistema inmune, elevar los niveles de ansiedad y depresión, contribuir a reparar la capacidad de atención y mejorar el sueño y el sistema cardiovascular y circula torio, entre otros.
Sin duda, las aves son una de las manifestaciones más exultantes de la naturaleza, y de ahí su importancia para los humanos. No sólo por su belleza y sus variados y bellos cantos, sino por su capacidad de acercar la naturaleza a nuestras áreas urbanas, jardines y casas, y alegramos con su bello plumaje, sus comportamientos y melodías. No por casualidad la observación de las aves es uno de los hobbies más extendidos y en crecimiento en el mundo: se calcula que hay unos 100 millones de observadores de aves o ‘birdwatchers’ en el mundo, especialmente en los países del Norte, Estados Unidos, Canadá y Europa.
“El turismo de aves es una alternativa económica para zonas rurales empobrecidas, ya que los aficionados viajan hasta lugares remotos en busca de aves raras o endémicas y contratan servicios locales para transporte, guiado, etc”.
El turismo de aves es una alternativa económica para zonas rurales empobrecidas, ya que los aficionados viajan hasta lugares remotos en busca de aves raras o endémicas y contratan servicios locales para transporte, guiado, alimentación, etc. Siendo el Perú el segundo país en el mundo en número de especies de aves y teniendo más de un centenar de especies endémicas, la observación de las aves y el ecoturismo en general se convierten en una alternativa importante para comunidades asentadas en rutas de interés para los avituristas.
Una anécdota que me contó hace unos años un amigo europeo que acompañaba a un grupo de avituristas en la región Amazonas ilustra este potencial. Estaban buscando al Colibrí Maravilloso en la zona de Pomacochas, cuando todavía no habían sido creadas algunas reservas que ahora lo protegen y garantizan que el visitante lo pueda observar con cierta seguridad. Después de tres días de infructuosa búsqueda del colibrí, mi amigo hizo una encuesta entre el grupo, integrado principalmente por norte americanos: ¿Cuánto estarían dispuestos a pagar si un local, en ese momento, les garantizase que podrían ver al pajarito? Algunos dijeron 20 dólares, otros 50, otros 100… Una señora llegó a afirmar que pagaría 500 dólares por poder ver el ave… Sin embargo, no la pudieron ver en ese viaje. Yo visité poco después la zona y tampoco la pude observar, lo que sí logré años después en la Reserva Huembo, manejada por la ONG Ecoan en convenio con la comunidad San Lucas de Pomacocha, propietaria de los terrenos. Un modelo de negocio que está siendo imitado en otros lugares y beneficia a todos: a las comunidades, que reciben ingresos por turismo, a la biodiversidad y a los turistas.
La ruta de aves del Norte del Perú es la más rica del mundo y combina las especies del bosque seco del norte, los endemismos de los bosques estacionalmente secos del valle del Marañon y de la selva alta de San Martín y Amazonas, y las aves de la selva baja de Loreto entre Yurimaguas e Iquitos, considerando en la ruta las áreas protegidas cercanas, la Reserva Nacional Pacaya -Samiria, y la Reserva Nacional Allpahuayo-Mishana. Más de 800 especies, casi una de cada 10 especies de aves en el Mundo, pueden ser observadas aquí. Esta ruta, bien promocionada, podría convertirse en las próximas décadas en una de las favoritas de los avituristas del mundo. Una razón más para conservar saludables las poblaciones de nuestras aves amazónicas.
© José Álvarez Alonso – Director General de Diversidad Biológica del MINAM.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS:
1.- Veigl, Franz Xavier. 2006. Noticias detalladas sobre el estado de la Provincia de Maynas en América Meridional hasta el año de 1768. Ed. CETA, Iquitos. Monumenta Amazónica B 11, pp. 200-201.
2.- Whitney, B. M. & J. Álvarez. 2005. A new species of gnatcatcher from white-sand forests of Northern Amazonian Perú with revision of the Polioptila guianensis complex. Wilson Bulletin 117(2):113-127.
3.- Peres, CA & Roosmalen, MGM. 1996. Avian Dispersal of “Mimetic Seeds” of Ormosia lignivalvis by Terrestrial Granivores: Deception or Mutualism? Oikos 75(2): 249-258.
4.- Gardner, CJ, JE Bicknell, W Baldwin-Cantello, MJ Struebig & ZG Davies. 2019. Quantifying the impacts of defaunation on natural forest regeneration in a global meta-analysis. Nat Commun 10, 4590 (2019). https://doi.org/ 10.1038/s41467-019-12539-1.