Pequeños horticultores en época de pandemia
La cuarentena declarada a nivel mundial como medida de seguridad sanitaria para enfrentar el contagio y diseminación del COVID 19, nos ha obligado a permanecer en nuestras casas, realizando trabajo remoto, estudiando y buscando entretenimiento en los medios virtuales.
Las noticias han sido devastadoras y muchas niñas y niños han tenido que lidiar con la tristeza, el estrés del confinamiento y un aislamiento que los ha separado de sus amigos y familiares. Es por este motivo que desde el IIAP hemos desarrollado el proyecto “biohuertos en casa”, des-tacando la importancia de la agricultura urbana y periurbana como una estrategia para el desarrollo sostenible de las ciudades y el crecimiento de la responsabilidad medioambiental en las niñas y niños.
Esta maravillosa experiencia se inició durante los primeros días de julio, incorporando a 120 estudiantes, 60 de ellos con habilidades diferentes, poseedores de grandes talentos, muy sensibles y con gran capacidad para el trabajo manual.
Aprovechando la asistencia de los padres de familia a las instituciones educativas para recoger la dotación de alimentos del programa Qali Warma, les dimos una charla motivadora sobre la importancia de los biohuertos, respetando las medidas de seguridad establecidas para evitar los contagios. La ocasión fue propicia para entregar plantoncitos de ají dulce o tomate, con el propósito de que pasen al cuidado de las niñas y niños en cada una de sus casas. Se entregaron también semillas de culantro y pepino para que experimenten la maravilla del crecimiento de las plantas.
Los trabajos de cuidado de las plantas se han monitoreado a través de la aplicación whatsapp, incentivando y fortaleciendo por esta vía las capacidades de los participantes.
Los estudiantes de educación básica regular fueron apoyados por sus docentes, que reforzaron el proceso de enseñanza-aprendizaje por medio de audios y mini videos. Los resultados han sido positivos, ya que más del 70% de los estudiantes sembraron sus hortalizas en bandejas, botellas descartables o en pequeñas parcelas de tierra en las huertas de sus casas, enviando material digital como evidencia del trabajo.
La actividad ha sido muy relevante, permitiendo a las familias loretanas, especialmente a los niños y niñas, experimentar y darse cuenta de que es posible la siembra y cosecha de hortalizas en sus hogares; consumir vegetales orgánicos producidos por ellos mismos; promover la unión y las buenas relaciones familiares al realizar tareas conjuntas; generar ingresos con la venta de algunos productos; y finalmente, no menos importante, gozar de la belleza de las plantas y contribuir con la recuperación y conservación del ambiente.
© Melba del Rocío Correa Tang – Dirección de Investigación en Diversidad Biológica Terrestre Amazónica – IIAP