LA ENTREVISTA: EURIDICE NORA HONORIO CORONADO

Dra. Eurídice Honorio

Doctora por la Universidad de Leeds. Cuenta con veinte años de experiencia en la investigación de los bosques amazónicos con énfasis en las turberas tropicales. Sus investigaciones se enfocan en la botánica, la ecología de plantas y la dinámica de los bosques tropicales. Sus trabajos se centran en los procesos ecológicos e históricos que determinan la distribución de especies amazónicas. Ha desarrollado numerosos inventarios florísticos, inventarios de carbono, determinación de especies arbóreas, manejo de colecciones biológicas (herbario y arboreto), procesamiento de datos moleculares, filogeografía y genética de poblaciones. Forma parte de la Red Amazónica de Inventarios Forestales (RAINFOR) que realiza trabajos de investigación en el ciclo del carbono a nivel de Amazonía continental. Ha sido una destacada investigadora en el Instituto de Investigaciones de la Amazonía Peruana. Actualmente se desempeña como investigadora en la Universidad de St. Andrews, en Escocia. 

Mucha gente habla hoy en día de las turberas tropicales y de su importancia para el planeta. ¿Nos podría explicar por qué son tan importantes? 

Las turberas tropicales son ecosistemas de humedales ricos en carbono porque son capaces de almacenar grandes cantidades de materia orgánica debajo del suelo. ¿Cómo sucede esto? Las plantas que viven en las turberas (y en cualquier otro tipo de ecosistema) fijan el dióxido de carbono

 de la atmósfera en su biomasa, es decir, en el tronco, las ramas, las hojas y las raíces de la planta, a través de un proceso llamado fotosíntesis. En las turberas, las plantas además viven en suelos anegados o saturados de agua permanentemente. La falta de oxígeno en el agua ralentiza la descomposición de la materia orgánica que llega al suelo, es decir, cuando las hojas, ramas, troncos mueren y caen al suelo, esta materia orgánica se descompone tan lentamente que termina acumulándose. Esa materia orgánica pobremente descompuesta, acumulada debajo del suelo, se llama turba. 


Las condiciones naturales de los ecosistemas de turberas son alteradas cuando éstos se deforestan y/o drenan para establecer cultivos o desarrollar infraestructura. La pérdida de la biomasa debido a la corta y quema de la vegetación y el drenaje que permite la oxigenación del suelo promueven la liberación a la atmósfera de las grandes cantidades de carbono almacenado en la turba y la biomasa. La destrucción de las turberas en zonas tropicales como el Sureste de Asia contribuye grandemente al calentamiento global y al cambio climático. Sin embargo, existen usos amigables para las turberas que no involucran la eliminación de la biomasa o su drenaje y, por lo tanto, evitan la liberación del carbono a la atmósfera. Poder proteger la integridad natural de las turberas y promover usos sostenibles es parte de mi trabajo de investigación.

Sin agua no existirían las turberas. ¿Cómo afectará el cambio climático y la escasez de lluvias y altas temperaturas a las turberas amazónicas?

El Perú es un país afortunado porque alberga grandes extensiones de humedales en la Amazonía que cubren casi 16 millones de hectáreas y de los cuales 6 millones son turberas. Sin embargo, estos ecosistemas podrían ser susceptibles a los cambios climáticos que mencionas, es por este motivo que es tan importante mantener la integridad de los humedales para incrementar su resiliencia ante estos cambios ambientales. Un estudio reciente realizado por el IIAP nos ha dado luces de cómo estos ecosistemas funcionan y los potenciales efectos sobre los humedales si las sequías e inundaciones continuaran ocurriendo con mayor intensidad y frecuencia en la Amazonía. Este estudio nos demuestra que si bien las inundaciones determinan la diferencia en la composición florística entre los bosques inundables (inundaciones máximas de 4 m), los pantanos de palmeras (inundaciones de hasta 1.3 m) y los varillales hidromórficos (inundaciones máximas de 0.5 m), se observó que la presencia de turba fue solo posible en áreas permanentemente inundadas con profundidades de nivel freático que no caen de 50 cm abajo del nivel del suelo durante todo el año. Por lo tanto, mientras que las inundaciones severas podrían afectar la distribución de las especies características de estos ecosistemas, las sequías severas tendrían un efecto catastrófico si llegarán a afectar el nivel de la capa freática dentro de los humedales.

Se ha hablado mucho de las iniciativas REDD+ y la importancia que tendrían para conservar algunos ecosistemas, entre ellos las turberas. ¿Por qué cree que estas iniciativas y otras similares no están siendo todo lo exitosas que deberían ser?

REDD+ es una iniciativa que incentiva a los países en la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero a través de diversas opciones relacionadas al manejo de los bosques, sin embargo, la implementación de REDD+ en los diferentes países está tomando su tiempo. Las turberas tomaron importancia en REDD+ debido a las grandes cantidades de carbono que estos ecosistemas almacenan, es decir, un proyecto desarrollado para manejar los ecosistemas de turberas podría evitar la emisión de grandes cantidades de carbono de manera más eficiente que otro proyecto desarrollado para conservar la misma cantidad de área en otro tipo de ecosistema. Sin embargo, las turberas amazónicas no tienen tasas de deforestación altas como, por ejemplo, los bosques inundables o los bosques de altura. Entonces, si la amenaza es baja, justificar la conservación de las turberas a través de REDD+ podría ser algo menos atractivo. Pero no tenemos que esperar a que las amenazas a las turberas crezcan, porque existen otras iniciativas para conservar la integridad de los ecosistemas naturales a nivel nacional. La implementación de las iniciativas de conservación es generalmente difícil porque no solo es necesario desarrollar políticas que permitan materializar las iniciativas, sino también tenemos que buscar la inversión para pagar el costo de conservar, y aceptar que ese fondo tiene que ser pagado a quienes pueden contribuir con la conservación. En Perú, las áreas naturales protegidas y las comunidades indígenas y locales han jugado un rol muy importante en el mantenimiento de la integridad de los ecosistemas naturales. Esperemos que la implementación de iniciativas de conservación nacional busque y genere los fondos necesarios para que las comunidades puedan beneficiarse y el país pueda cumplir con los compromisos internacionales ante el cambio climático. 


Por lo general, salvo algunas excepciones, no se valoran los conocimientos, prácticas y valores de la población indígena para la conservación de las turberas. Usted ha trabajado con muchas comunidades indígenas en el Perú. ¿Qué le podría decir a aquellos que niegan el protagonismo de las comunidades locales en la conservación de los ecosistemas?

Negar el protagonismo que tienen las comunidades indígenas y locales en la conservación de los ecosistemas es absurdo hoy en día porque estas comunidades han logrado mucho reconocimiento a nivel internacional. Por ejemplo, en algunos países han ganado derechos en su autonomía sobre la gobernanza de sus territorios, se han generado mecanismos de consulta indígena, han logrado la victoria en la corte ante impactos ambientales debido a la exploración y explotación del petróleo, han logrado generar una plataforma internacional de diálogo indígena, entre otras. Por lo tanto, negar el protagonismo de las comunidades en la conservación solo muestra nuestro poco conocimiento e interés en el tema. Yo aún recuerdo la primera vez que visité una comunidad indígena. Era estudiante de la Facultad de Forestales en la UNALM y visité una comunidad ashaninka-matsigenka en el centro del Perú.

Recuerdo que quedé sorprendida al encontrar personas armadas, pero fue ahí donde entendí el sufrimiento que vivían las comunidades ante los problemas generalizados provocados por el terrorismo en el país. Aprendí también sobre el uso amigable de los bosques, el manejo de las purmas, las actividades de subsistencia como la caza, la colecta de frutos y otros productos del bosque. Mi aprendizaje sobre las comunidades indígenas y locales se incrementó aún más al trabajar en el IIAP. La gente local siempre apreció mi determinación en el estudio de los bosques tropicales y mi motivación por enseñarles lo que sabía. A cambio, ellos me enseñaron a caminar en el bosque, a identificar las especies de mayor uso, a disfrutar la vida simple pero rica que se vive cuando uno está cerca de la naturaleza. Mi estadía en la Amazonía peruana también me mostró sobre las dinámicas poco justas existentes en la comercialización de los recursos del bosque debido a que pocos son los que realmente se benefician económicamente. Ante esto, estoy feliz de saber que la investigación que he generado ha ayudado a que estas injusticias se reduzcan y que se desarrollen alternativas para que estas comunidades sigan manteniendo sus medios de vida. Es así como pasé 17 años trabajando en el IIAP (2003–2020), desarrollando conocimientos científicos, colaborando con colegas de diversas profesiones, formando nuevos científicos y apoyando a las comunidades.


Después de más de una década trabajando en Amazonía y en turberas tropicales, ¿Cómo se siente al contemplar que las turberas empiezan a ser visibles en aquellos espacios donde antes eran ignoradas? ¿Teme que las turberas sean solo una cuestión de moda y no se logren los cambios necesarios al nivel de políticas y estrategias para su conservación? 

Los aguajales son las turberas más extensas en la cuenca amazónica. El IIAP ha trabajado en los aguajales por varias décadas, diría que casi desde su fundación. En el 2006, el IIAP publicó el primer reporte del carbono almacenado en estos ecosistemas, donde se resaltan las grandes reservas de carbono debajo del suelo. Desde entonces, se han desarrollado diversos estudios en colaboración con instituciones británicas y otras instituciones internacionales para conocer mejor cómo estos ecosistemas son capaces de acumular turba. Estoy orgullosa de haber liderado estos estudios en el IIAP y haber contribuido a la generación de nuevos conocimientos sobre la diversidad de especies y los tipos de ecosistemas capaces de almacenar turba, la profundidad de turba que se almacena en los diferentes ecosistemas, el mapeo de la extensión y distribución de las turberas, la contribución de la deforestación de las turberas a las emisiones nacionales de CO2, entre otros temas.

Toda esta información ha sido clave en la elaboración de una nueva medida de mitigación ante el cambio climático, elaborada específicamente para las turberas por el Ministerio del Ambiente (MINAM). Desde mi actual afiliación en la Universidad de St Andrews y junto a colegas del IIAP y otras instituciones, conformamos el equipo técnico de apoyo a esta medida. En esta medida, Perú dará prioridad al establecimiento de nuevas áreas de conservación ambiental en turberas, promoverá el manejo sostenible de productos forestales no maderables, los programas de manejo pesquero y el reconocimiento de los conocimientos, prácticas y valores de las comunidades indígenas sobre las turberas. La implementación de esta medida traerá muchos beneficios a las comunidades, sin embargo, su efectividad dependerá de la voluntad política y el financiamiento que el país obtenga para alcanzar los objetivos trazados. Espero que el tiempo invertido en la generación de los conocimientos y los esfuerzos realizados en colaboración con diversas instituciones permitan que las turberas no pasen de moda tan pronto y se desarrollen las políticas necesarias para seguir conservándolas.


¿Nos podría contar que investigaciones está desarrollando actualmente y si alguna de ellas se desarrolla en el Perú?

Actualmente tengo una beca del National Environment Research Council (NERC) en el Reino Unido que me ha permitido dedicarme durante tres años a realizar actividades de intercambio de conocimientos con diferentes actores involucrados en la conservación de las turberas tropicales. En Perú, he trabajado con el MINAM en la elaboración de la medida de mitigación para la conservación de las turberas, también con el Servicio Nacional de Áreas Naturales Protegidas en el uso de indicadores para el monitoreo del aprovechamiento de los recursos de las turberas realizados por las comunidades locales y otras diversas actividades de capacitación y difusión. 

Esta beca también me ha permitido trabajar en África. Durante un reciente viaje que realicé a Brazzaville en febrero de este año, tuve la oportunidad de compartir los conocimientos sobre las turberas peruanas con actores nacionales e internacionales claves en la conservación de las turberas de la cuenca del Congo. En retorno, me dieron la oportunidad de conocer insitu los diferentes ecosistemas de turberas de la República del Congo y ser partícipe en las discusiones sobre las oportunidades que las comunidades locales podrían tener a través de mecanismos de conservación de turberas.En la cuenca del Congo las turberas también están dominadas por palmeras, pero en vez de presentar Mauritia flexuosa (aguaje), esos bosques presentan gran abundancia de Raphia laurentii; un punto interesante a resaltar es que ambas especies pertenecen a la sub-familia Calamoideae.

En la cuenca del Congo también existen ecosistemas de turberas dominados por árboles como en el Perú, y a pesar de que las especies son diferentes en los dos continentes, pude notar que ambos bosques presentan especies con hojas coriáceas (i.e., hojas duras) que forman alfombras espesas sobre el suelo, lo cual no es común en las turberas dominadas por palmeras.

En cuanto a investigaciones recientes, quisiera mencionar mi trabajo realizado en la Reserva Nacional Pacaya Samiria, en Perú, en colaboración con el IIAP, el SERNANP, la WCS y las Universidades de Leeds y Liverpool. En este estudio, investigamos si las poblaciones de aguaje pueden recuperarse después de la introducción de la escalada de palmeras para la cosecha de los frutos y, de ser así, si esta recuperación beneficia a las comunidades locales. El estudio lo realizamos en los aguajales (turberas) manejados por las comunidades de Parinari y Veinte de Enero, donde cambiaron la tala de las palmeras por la técnica de la escalada hace 20 años. Los resultados muestran que la escalada de las palmeras para el aprovechamiento de los frutos del aguaje ha contribuido a la recuperación de las poblaciones de aguaje en los bosques manejados, así como al incremento en la producción de frutos y el ingreso económico de las familias. Este estudio nos demuestra que las iniciativas de conservación a largo plazo pueden conducir a resultados exitosos tanto para las comunidades rurales como para los ecosistemas de turberas tropicales.

Euridice Honorio Coronado, NERC Knowledge Exchange Fellow (grant No. NE/V018760/1), University of St Andrews

Attalea Administrador

Compartir