Plantando cara al covid-19: los sistemas de conocimiento indígena a prueba
Las epidemias llegaron a la Amazonía cuando los primeros europeos iniciaron la conquista de sus territorios en el siglo XVI. Es muy probable que en 1542, la expedición de Francisco de Orellana ya llevara consigo un sinnúmero de enfermedades andinas o europeas, exponiendo directamente a los indígenas amazónicos con los que contactó. No obstante, fue a partir del siglo XVII, con la llegada de los misioneros jesuitas y franciscanos a la Amazonía y la instalación de las primeras misiones y reducciones, cuando las epidemias empezaron a impactar de manera notable en la población indígena amazónica.
Los datos con los que contamos sobre este periodo de la historia son estremecedores. En 1642, se produjo una epidemia de viruela en la ciudad de Borja y en las misiones de la Convención de Maynas que produjo la muerte del 20% de los indígenas maina que vivían en la zona; de 1644 a 1652 se produjeron sucesivas epidemias de viruela e influenza que causaron la muerte del 50% de los indígenas kukama del bajo Ucayali; de 1654 a 1660 se produjeron sucesivas epidemias de viruela y disentería que redujeron la población del pueblo roamaina de 10.000 a 1.500 individuos; en 1660, según los datos del padre jesuita Juan de Velasco, murieron 44.000 indígenas de la Conversión de Maynas, debido a las pestes, posiblemente al sarampión; en 1660, una epidemia de viruela que duró siete meses, produjo la muerte de 60.000 indígenas de de Maynas.
Estos son solo algunos ejemplos que evidencian el impacto real que tuvieron las epidemias en la población indígena después de la conquista. Las epidemias han continuado impactando a los pueblos indígenas en todo el territorio amazónico de manera permanente hasta nuestros días. En pleno siglo XX, epidemias como la viruela, el cólera o la influenza, golpearon a los pueblos indígenas amazónicos, causando muerte y desolación en sus comunidades. A lo largo de la historia, muchos pueblos desaparecieron completa-mente debido a las epidemias, la mayoría durante los primeros dos-cientos años después de la conquista, otros pudieron aplicar estrategias de alejamiento para minimizar sus impactos y sobrevivir hasta nuestros días.
Cada uno de los 51 pueblos amazónicos que hoy habitan en la Amazonía peruana ha sobrevivido a innumerables epidemias, aplicando estrategias, prácticas y conocimientos tradicionales sobre plantas medicinales para combatir las enfermedades transmitidas por foráneos en sus territorios, incluyendo la actual pandemia del COVID 19.
La pandemia del COVID 19 ha vuelto a poner a prueba los sistemas de conocimiento indígena. Cuando el virus llegó a la Amazonía, pocos eran los que creían que los pueblos indígenas serían capa-ces de enfrentar una enfermedad que escapaba del control de la medicina occidental y que estaba provocando una mortalidad elevada en los llamados países desarrolla-dos. La precaria atención ofrecida por los sistemas de salud a las comunidades indígenas, hacía esperar una falta de abastecimiento de medicinas y oxígeno para las personas enfermas y, por lo tanto, una mortalidad elevada durante la primera ola. Si bien, no contamos con datos precisos sobre el impacto real que está teniendo la pandemia en las comunidades indígenas amazónicas, debido a la falta de monitoreo y seguimiento, consideramos, no obstante, que está siendo menor al esperado, teniendo en cuenta el estado de marginación y olvido en el que viven muchas de estas comunidades, sin servicios básicos, postas de salud o medios para movilizarse.
A continuación presentamos algunos de los resultados de una investigación llevada a cabo durante la primera ola de la pandemia en varias comunidades indígenas de la Amazonía baja peruana. La investigación tuvo como objetivo principal conocer las estrategias y prácticas tradicionales aplicadas para combatir la pandemia del COVID 19. Al no poder realizarse viajes de campo a las comunidades indígenas, utilizamos medios de comunicación como el teléfono fijo, el celular, las redes sociales y los sistemas de mensaje-ría instantánea.
Gracias a estas herramientas de comunicación pudimos realizar entrevistas semiestructuradas a docentes, sabias y sabios, estudiantes y autoridades de 08 comunidades indígenas pertenecientes a los pueblos awajun (Huampani, Kigkis), kukama (San Martín de Tipishca), shawi (Progreso), bora – huitoto (Pucaurquillo), ticuna (Bufeo Cocha y Nueva Galilea) y matsés (Buenas Lomas). Se realizaron también entrevistas semiestructuradas a cuatro estudiantes awajun y un estudiante achuar de la Universidad Nacional de la Amazonía Peruana que mantenían contacto con sus comunidades (Provincia, Sacha Papa, Chapis, Ajadmin, San Cristobal). Los entrevistados tenían edades comprendidas entre los 20 y los 80 años. Las entrevistas telefónicas fueron grabadas usando la aplicación CallApp. Algunas entrevistas se realizaron usando los mensajes de voz de las aplicaciones WhatsApp y Messenger. La transcripción de las entrevistas se realizó en el programa Spress Scribe, reproductor de audios para el trabajo de transcripción etnográfica.
Los resultados obtenidos son bastante interesantes, evidenciando una vez más la validez de los sistemas de conocimiento indígena y, sobre todo, su vitalidad, a pesar del cambio acelerado de las dinámicas socio-económicas en las comunidades indígenas.
En total, se identificaron 17 especies vegetales, una animal y dos productos del bosque que han sido usados en las comunidades de estudio para combatir la pandemia del COVID 19. Algunas de estas especies y productos han sido usados por una o varias comunidades indígenas, en algunos casos el uso de algunas especies se limitó a comunidades de un solo pueblo indígena. La especie más usada fue el ajo sacha Mansoa allicea, utilizada en las comunidades de los pueblos kukama, bora, shawi y achuar. La segunda especie más usada fue la mucura Petiveria alliacea, siendo utilizada en las comunidades de los pueblos kukama, awajún y matsés.
La famosa planta de matico Piper sp., muy utilizada por los pueblos del Ucayali, solo fue usada en las comunidades del pueblo awajún estudiadas.
El pueblo kukama, si bien, utilizó plantas y preparados comunes a otros pueblos, también utilizó plantas de su tradición, como la hoja de aire (piraruku)- Kalanchoe pinnata, el piñón blanco (pitiniu) Jatropha curcas y el piñón colorado Jatropha gossypiifolia. Es de resaltar el uso de la miel de abejas del género Melipona por parte del pueblo awajún, producto que tiene propiedades antibacteriales comprobadas, siendo muy usada en la Amazonía para los problemas respiratorios. Las comunidades del pueblo ticuna han usado el copal Dacryodes sp., el chuchuwasi Maytenus macrocarpa, el mururé Brosimum acutifolium y la huacapurana Campsiandra angustifolia, complementándolas con preparados elaborados comúnmente en los centros urbanos a base de kión, cebolla, ajo y otros productos. También usaron la abuta Abuta grandifolia, una planta que fue usada también por las comunidades del pueblo shawi.
Es interesante comprobar como algunas prácticas tradicionales de los pueblos matsés y ticuna, destinadas a fortalecer el cuerpo y alejar los malos espíritus han sido actualizadas y recuperadas con la pandemia.
Los matsés siempre han usado el veneno de la rana kambó (campuc) Phyllomedusa bicolor para fortalecer y aumentar la energía de hombres y mujeres. Al ser preguntados al respecto, trasmitieron la plena convicción de que gracias al veneno pudieron soportar el embate de la pandemia sin tener ninguna víctima mortal. Los hombres siempre aplican el veneno de las ranas en heridas abiertas en hombros, espalda, piernas y pies. Las mujeres frotan el abdomen con el veneno. Todos los entrevistados consideraron que gracias al veneno pudieron hacer frente al COVID 19, lo que abre el camino para la realización de investigaciones más profundas sobre sus compuestos esenciales.
Por su parte las comunidades ticuna que participaron en el estudio, además de las plantas medicinales y los preparados urbanos, han usado el humo del nido de la abeja arambaza (dowa) Trigona sp. para alejar la enfermedad. El humo producido al quemar el nido, es regado en los lugares donde hay personas enfermas. El humo, tal como lo haría la abeja con sus enemigos, ahuyenta la enfermedad y los malos espíritus que asechan a los hombres y mujeres de la comunidad. Es muy probable que además de la férrea convicción de que efectivamente el humo adopta las propiedades agresivas de las abejas, haya también una explicación que encaja en el sistema de conocimiento de la ciencia occidental, ya que, dependiendo de lo que se queme, algunos humos tienen probadas propiedades antibacteriales y antivirales.
Los conocimientos tradicionales, unidos a unos hábitos alimentarios saludables, han permitido a estas comunidades hacer frente a una enfermedad cuya mortalidad es muy elevada. La pandemia nos deja muchas enseñanzas: la necesidad de revalorar los conocimientos de los pueblos indígenas, revitalizar los sistemas de transmisión intergeneracional, permitir a sabios y sabias indígenas participar en las estrategias y planes de desarrollo que se lleven a cabo en sus territorios, recuperar y transmitir los valores tradicionales que vinculan a las culturas originarias con sus ecosistemas naturales. Muchos de los conocimientos expuestos anteriormente están en peligro de desaparecer, los ancianos que los atesoran son cada día más vulnerables y no son tenidos en cuenta en las decisiones comunales, ni en las decisiones gubernamentales. Sin los conocimientos de estas sabias y sabios indígenas, la mayoría con edades superiores a los setenta años, las comunidades no podrían haber hecho frente a la enfermedad. Aquí no hablamos solo de hacer uso de una planta o de otra, hablamos de tener la capacidad de poder dialogar con la planta y asegurar que sus propiedades sanadoras tienen efecto en el cuerpo humano. En algunos pueblos amazónicos, por ejemplo, es el canto del shamán el que activa las propiedades curativas de algunos preparados medicinales, en otros es la visión otorgada por la planta madre la que permite conocer de qué forma se elaborará un preparado. Algo que excede el entendimiento de la medicina occidental, pero que para los pueblos indígenas amazónicos forma parte indiscutible de su rica y compleja estructura de conocimiento.
© Wendy D. Mozombite Ruíz / Margarita del Águila Villacorta / Manuel Martín Brañas – Dirección de Investigación de las Sociedades Amazónicas- SOCIO-DIVERSIDAD