LA ENTREVISTA: Dra. Mariana Montoya Lizárraga. Wildlife Conservation Society – WCS

Mariana Montoya Lizárraga es bióloga por la Universidad Nacional Agraria de la Molina y cuenta con una maestría en manejo de ecosistemas por la Universidad Autónoma de Baja California. Doctora en Geografía por la Universidad de Texas ­ Austin. Ha trabajado en manejo comunitario de recursos naturales con poblaciones indígenas y ribereñas amazónicas, manejo de áreas naturales protegidas, gestión de cuencas y gestión ambiental. Una de sus actuales áreas de interés son los sistemas socio-ecológicos. Actualmente es directora de la Wildlife Conservation Society ­ WCS en el Perú.

Por lo general, se ha puesto mucho énfasis en la conservación de los paisajes naturales amazónicos, pero no se ha puesto tanto en la conservación de los paisajes culturales, que, desde mi punto de vista, están íntimamente relacionados y dan un tono de color a los primeros. ¿Considera que actualmente hay una visión más integral de la conservación o se sigue pensando de esta forma monocromática?

La respuesta corta es sí. Definitivamente hay una visión mucho más amplia e integral de la conservación de los paisajes naturales. Antes en el mundo se hablaba de conservación sin gente, es más, hay muchos ejemplos de cómo la gente fue expulsada de sus territorios para poder conservar la naturaleza y declarar parques nacionales. Luego se fue incluyendo la posibilidad de hacer conservación con gente, y aparecieron modelos como las reservas nacionales donde se conserva la biodiversidad para la gente. Sin embargo, hoy contamos con más experiencias donde se busca hacer conservación por la gente, donde las personas de las comunidades gestionan o co­gestionan la conservación de la biodiversidad integrando toda su cultura y todos aquellos elementos culturales importantes para ellos, dándole el mismo valor a lo cultural y a la naturaleza que los rodea y de la que dependen. Adicionalmente a este enfoque de conservación de los paisajes naturales, en el marco de las competencias del Ministerio de Cultura, existe la posibilidad de declarar un lugar como Paisaje Cultural, en mérito a su valor, significado e importancia cultural y a las manifestaciones que surgen de la relación ancestral entre la gente y su territorio. Si bien el reconocimiento de un Paisaje Cultural y su reconocimiento como Patrimonio de la Nación por parte del Ministerio de Cultura no es necesariamente considerado un mecanismo de conservación de la biodiversidad la declaración per se, este podría ser considerado como tal, ya que está muy orientado a conservar la relación de las poblaciones con su entorno. Lamentablemente este tipo de enfoque no ha sido del todo desarrollado en la Amazonía, los ejemplos son en los Andes, pero estoy segura de que allí hay una oportunidad para visiones más integrales del territorio.

Existen muchas amenazas a los ecosistemas amazónicos. De entre todas ellas, ¿Cuál considera usted que es la más peligrosa, aquella en la que todos deberíamos invertir más esfuerzo para frenarla?

Hoy en día me atrevería a decir que es la minería ilegal. Creo que es la más peligrosa porque cuando se da en el bosque, no sólo se deforesta el bosque, sino que afecta casi irreversiblemente al suelo y queda con una capacidad casi nula de regeneración. Cuando se desarrolla en los ríos, la afectación a la morfología y funcionamiento de los ríos es tal, que se pueden alterar los patrones de sedimentación naturales con impactos impredecibles sobre el bosque, la biodiversidad acuática y las poblaciones aledañas, eso, sin considerar la grave contaminación de las aguas con mercurio y otras alteraciones de la calidad del agua. Esto afecta a los recursos hidrobiológicos y directamente a la salud de las personas que se alimentan de los peces y que tienen a los ríos como principales fuentes de agua y de vida. Lo que hace más complicada esta amenaza y que requiere de un esfuerzo más grande y colectivo, es que estamos hablando de una actividad ilegal en su mayor parte y que por lo tanto las intervenciones son diferentes y dependen mucho de la capacidad y voluntad del Estado para regular, controlar y evitar esta actividad.

En internet y en los canales de pago hay muchos documentales sobre la destrucción de los humedales en Indonesia. Algunos ven en estos documentales el futuro de nuestros humedales. ¿Considera usted que se están realizando esfuerzos suficientes para conservarlos? ¿En qué medida se debe involucrar a la población local en estos esfuerzos?

Creo que lo que estamos haciendo hoy en día no es suficiente. Para empezar, no se conoce del todo bien el rol clave que tienen los humedales para el bosque, para la gente, para los diferentes recursos que aprovechan los que habitan los humedales o para la mitigación del cambio climático, por lo tanto, la investigación es importante para lograr un mejor entendimiento y una mejor gestión de estos espacios. Si hablamos de los aguajales, por ejemplo, son humedales sumamente importantes para las comunidades locales, quienes pueden aprovecharlos como alimento, como materiales de construcción, como fuentes de ingreso, entre otros. Sin embargo, estos ecosistemas ya están degradados, han sido sobre­explotados y su productividad se ha visto seriamente disminuida, afectando no sólo a los medios de vida de las personas sino a la alimentación de la fauna y peces que dependen de ellos. La población local debe involucrarse en los esfuerzos para conservar estos humedales, pero no sólo para asegurar que el aprovechamiento que se haga de ellos sea sostenible, sino para recuperarlos. Este esfuerzo de recuperación de los aguajales debe contar con apoyo del estado o de otras organizaciones que puedan contribuir con las comunidades para que los aguajales puedan recuperarse, no en extensión solamente, sino en su funcionalidad, que se tengan suficientes palmeras hembras para que pueda haber producción de frutos que sustente los medios de vida y la economía de las personas, así como para que aseguren los servicios ambientales que los aguajales proveen a la gente y a la Amazonía.

Decía Jorge Luis Borges que los seres humanos nacemos platónicos o aristotélicos, entendiendo lo platónico como el intento humano de alcanzar una serie de ideas inmutables. ¿Considera que, en la historia de la conservación en el Perú, hubo demasiados platónicos? ¿Considera que la conservación es un concepto dinámico?

Es posible que la conservación tenga algo de platónica, pero creo que el problema ha sido que la visión de la conservación en sus inicios estaba enfocada en las especies que se querían conservar y, por lo tanto, las estrategias que se planteaban eran erradas o basadas en una serie de supuestos que no se cumplieron. Eran un conjunto de biólogos o profesionales de carreras afines muy enfocados en ver cómo “salvar” a alguna especie. Pero no había mucha conciencia de que la conservación en realidad es un proceso social complejo, muy complejo. Yo no diría que la conservación es un concepto dinámico, más bien son los sistemas socio ecológicos los que son dinámicos y, por lo tanto, para trabajar en conservación hay que entender esos sistemas, su dinámica, sus interrelaciones y poder plantear medidas integrales de conservación, no sólo desde la biología, sino también desde todas las perspectivas relevantes para resolver un problema. A veces para lograr la conservación de una especie debemos trabajar en mejorar la economía de las personas, o resolver problemas de ingeniería de algún proyecto de infraestructura, o fortalecer las capacidades de las autoridades de control, esto sólo como un ejemplo. Creo que es platónico pensar que la conservación es un tema que puede ser abordado desde las ciencias naturales solamente, es mucho más complejo y dinámico que eso.

¿En qué proyectos se encuentra inmersa actualmente la institución que usted dirige y qué retos institucionales se plantean en un futuro cercano?

Actualmente, WCS ha priorizado dos grandes paisajes en el Perú, uno en Puno y el otro en Loreto, en donde trabajamos en la gestión de parte de estos grandes territorios con una diversidad biológica y cultural importante. Trabajamos con diferentes actores sociales y políticos, locales y regionales para lograr la conservación de los ecosistemas y especies que generan una serie de beneficios para la población local. Asimismo, a nivel nacional trabajamos apoyando la gestión efectiva de áreas protegidas, abordamos las amenazas que provienen de la infraestructura mal planificada, del tráfico de fauna y de problemas asociados a la salud de la vida silvestre. Sin embargo, los retos son grandes, nos rebasan. Cada vez hay más ilegalidad e informalidad en el país y una casi nula valoración como sociedad del valor de la naturaleza y su importancia para las poblaciones locales y para nosotros como sociedad. Esto hace todo más difícil, ya que a la Amazonía, por ejemplo, se la ve como una despensa que debemos saquear y no se promueven actividades sostenibles en beneficio de su población local.

Giovanni Pinedo Tejada

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