Plantas contra el COVID-19 en comunidades rurales del Perú

A finales del año 2019, las autoridades sanitarias de Wuhan, capital de la provincia de Hubei, en  el centro de China, informaron sobre la aparición de un grupo de personas con sintomatología respiratoria correspondiente a neumonía de origen desconocido. El día 8 de diciembre del mismo año se tuvo conocimiento del primer caso. Un mes después ya se había identificado al causante de un cuadro clínico que postraba a muchos pacientes y tenía una alta tasa de mortalidad.

El causante fue un virus de la familia Coronaviridae, denominado 2019 -nCoV, de acuerdo a lo publicado por Maguiña et al. (2020). Hoy lo conocemos como virus del síndrome respiratorio agudo severo tipo-2 (SARS-CoV-2). Esta compleja familia de virus se subdivide en cuatro grupos: Alphacoronavirus, Beta-coronavirus, Gammacoronavirus y Deltacoronavirus (Díaz-Castrillón y Toro-Montoya, 2020). La familia de virus corona ya era conocida por la comunidad científica, pero nunca había provocado tasas de contagio y mortalidad tan elevadas. Los síntomas que provoca son muy variables y a veces inexistentes.

Los síntomas más comunes son la fiebre y la tos. La fiebre puede ser alta y prolongada. La tos puede ser seca o productiva. La fatiga, los dolores musculares, el dolor de cabeza y la dificultad de respirar también se presentan comúnmente. También puede afectar al tracto respiratorio alto, provocando dolor de garganta, congestión nasal y rinorrea. Las manifestaciones gastrointestinales, como náuseas, vómitos, malestar abdominal y diarrea, se presentan tempranamente a un 10% o 20% de los pacientes. La pérdida anormal de las ganas de comer se manifiesta en uno de cada cuatro pacientes y es más frecuente a partir de la segunda semana. Las alteraciones de los sentidos del gusto (ageusia) y del olfato (anosmia) también son frecuentes (Díaz-Castrillón y Toro-Montoya, 2020).

El COVID-19 en el Perú, según datos del MINSA al 26 de enero de 2021, ha provocado el contagio de 1.093,938 de personas. La mortalidad oscila en el Perú en un 3.62%, con una cantidad aproximada de fallecidos hasta la fecha de 39.608 personas.

Para el tratamiento de la enfermedad, en un inicio, se recurrió a múltiples fármacos, en busca de una mejor respuesta terapéutica. Se usaron antipalúdicos como la cloroquina e hidroxicloroquina, antiretrovirales como el lopinavir/ritonavir, fármacos biológicos como tocilizumab, antiparasitarios como la ivermectina y hasta plasma antiSARS-CoV-2 de pacientes convalecientes. Para ninguna de estas opciones hay evidencia científica sobre su eficacia para combatir el virus. Solo el uso de la ivermectina tiene dividida a la comunidad cientofica, no existiendo todavía evidencia clara de que su uso permite frenar el avance destructivo del virus en nuestro organismo.

La situación en la Amazonía peruana a causa del COVID-19 fue realmente desalentadora y desesperante en sus momentos más críticos durante la primera ola, con el poco o nulo acceso a los servicios de salud básica de algunas comunidades, éstas no podían tener acceso a medicamentos, centros hospitalarios o médicos, por lo que tuvieron que recurrir a otras opciones para combatir los síntomas del COVID-19.

En Loreto, al 26 de enero de 2021, según datos del MINSA, se registran 26.960 casos confirmados, la mortalidad oscila alrededor del 3,83% con una cantidad de fallecidos de 1.033. Es sin duda, uno de los departamentos más golpeados en el Perú, principalmente por el difícil acceso a oxigeno medicinal y la falta de personal de salud para atender a pacientes en los centros de salud, además del elevado índice de automedicación de la población.

A pesar de que las comunidades rurales se encontraban alejadas de las principales zonas iniciales de contagio, no fueron ajenas a esta devastadora pandemia. Aunque el uso de la medicina occidental está bastante difundido en estas comunidades,  los pueblos indígenas aún mantienen sus conocimientos tradicionales sobre las plantas medicinales y sus acciones terapéuticas (Pesantes y Gianella, 2020). No solo usan plantas medicinales, también las combinan con la medicina occidental.

Para su tratamiento, teniendo en cuenta el limitado acceso a las medicinas comerciales, las comunidades tuvieron que utilizar las plan-tas para combatirla. Pero falta hacer una revisión de la información disponible sobre las plantas utiliza-das para contrarrestar el COVID-19, por lo cual el objetivo del presente documento es realizar una revisión bibliográfica de las plantas contra el COVID-19 que tenemos disponible en las comunidades rurales de la Amazonía y su modo de uso.

PREVENCIÓN ANTE LA PANDEMIA EN LAS COMUNIDADES RURALES

La mayoría de las comunidades indígenas amazónicas han consumido diversas especies de plantas, con la finalidad de reforzar el sistema inmunológico para evitar o disminuir los efectos del COVID-19 (Chávez, 2020; Pesantes y Gianella, 2020; Díaz, 2020; Maldonado et al., 2020; Pucha-Cofrep et al., 2020; Vallejo y Alvarez, 2020). No cabe duda que el consumo de vegetales aporta vitaminas, elementos químicos esenciales y otros, lo que con-tribuye a tener una buena salud (Valdivia, 2020). Hay que recordar que en la mayoría de comunidades indígenas no ha sido factible seguir las recomendaciones gubernamentales para prevenir el COVID-19, debido a que no cuentan con ser-vicios mínimos, ni  con efectivo suficiente para obtener mascarillas, alcohol y desinfectantes.

ESPECIES DE PLANTAS MEDICINALES USADAS POR LAS COMUNIDADES RURALES CONTRA EL COVID-19

En la Amazonía peruana, el popular Comando Matico utilizó la planta del matico, el eucalipto, el ajo sacha, la mucura, el achiote, la hierba luisa, la manzanilla, limones, cebollas, ajos y kión (Caretas, 2020). También algunas comunidades usaron la quina (Chinchona officinalis) de acuerdo a la información de Belaunde (2020). Mientras que en algunas comunidades andinas utilizaron eucalipto, cebolla, jengibre, ajo, menta, manzanilla (Berrocal, 2020), pájaro bobo (Tessaria integrifolia), verbena (Verbena sp.),  pinco pinco (Ephedra americana), huamanpinta (Chuquiraga lessingiana) y matico (Piper elongatum), de acuerdo a Yupanqui y Lizana (2020).

El matico es indicado como la especie Jungia rugosa de acuerdo a Caretas (2020), pero pensamos que esto es un error, porque Jungua rugosa no se distribuye naturalmente en el departamento de Ucayali y prefiere la vegetación andina, Hay mucha confusión con la clasificación   del   matico,   ya  que,  por ejemplo, Belaunde (2020) lo clasi-fica como Piper aduncum. Lo más seguro es que corresponda a una especie del género Piper. Para re-solver las dudas sobre el nombre científico de las especies de plantas utilizadas, es recomendable colectar unas muestras y realizar el proceso de identificación botánica, de lo contrario siempre tendremos dudas o estaremos poniendo nombres in-correctos, lo que dificultará su cultivo y correcta utilización.

UNA RECETA POPULAR CONTRA EL COVID-19

El Comando Matico utilizó la siguiente receta: por 30 minutos hirvieron 10 hojas de eucalipto, 10 de ajo sacha, 10 de mucura, 10 de achiote, hierba luisa, manzanilla, limones, cebollas, ajos y kión. El paciente debe hacer inhalaciones por 10 minutos del vapor de este preparado y repetirlo cada cuatro horas. Además, se recomienda beber té de ocho hojas de matico macho (Caretas, 2020). Otras formas, a parte de las vaporizaciones, son los preparados de hojas de matico para hacer baños o las bebidas calientes, combinadas con jarabe de kión, limón y miel (Belaunde, 2020). En Huancayo utilizaron algo parecido, usaron principalmente hojas de eucalipto y kion en infusiones, emplastos, al vapor, ungüentos, cocción o jarabes (Berrocal, 2020).

El uso de las plantas que curan es un patrimonio de nuestra Amazonía.

¿LAS PLANTAS USADAS TIENEN EFECTOS CONTRA EL COVID- 19?

Algunas plantas podrían controlar los síntomas del COVID-19 debido a que contienen moléculas que regulan la respuesta de nuestro organismo contra el COVID-19. Por ejemplo, en la selva, la corteza de la quina tiene alcaloides, como la quinina, taninos y ácidos orgánicos, que le dan las propiedades febrífugas, antisépticas y astringentes (Belaunde, 2020), lo que podría reducir alguno de los síntomas del COVID-19. En las comunidades altoandinas, las plantas que usan tienen contenido en flavonoides, taninos, glicósidos, alcaloides diversos, compuestos fenólicos, etc., que le otorgan propiedades virucidas,  inmunoestimulantes, broncodilatadoras y antipiréticas (Yupanqui y Lizana, 2020).

Las plantas que pueden tener efectos contra el COVID-19 son el orégano (Origanum vulgare), la salvia (Salvia officinalis), la albahaca (Ocimum basilicum), el romero (Salvia rosmarinus), el tomillo (Thymus vulgaris) y la echinácea (Echinacea angustifolia), ya que pueden tener propiedades antiinflamatorias, ayudando con algunos síntomas. No obstante, no se han probado todavía sus propiedades antivirales (Maldonado et al. 2020).

ALGUNOS DATOS SOBRE SU USO

En Ucayali, el Comando Matico, atendió a 538 personas con COVID-19 y sólo tuvieron 2 muertes (Pesantes y Gianella, 2020). En Huancayo, el uso de matico en 81 estudiantes  tuvo un 74.1% de percepción favorable y un 24.7% de percepción moderada (Berrocal, 2020).

CUIDANDO LAS PLANTAS MEDICINALES

Hay que tener en cuenta que la sobre explotación de varias especies utilizadas contra el COVID-19 puede causar un impacto negativo, por lo que es necesario identificar bien las plantas que son efectivas contra este tipo de enfermedades y cultivarlas en los huertos familiares o comunales.

DE AQUÍ EN ADELANTE

Los pueblos originarios usan mu-chas especies vegetales para el tratamiento de una gran diversidad de enfermedades, este conocimiento es parte de sus patrimonio cultural, por lo que es necesario consérvalo y potenciarlo (Yupanqui y Lizana, 2020). No hay que olvidar que muchas de las medicinas occidentales más comunes tienen principios activos que se encuentran en muchas especies vegetales amazónicas. Muchas especies de plantas producen moléculas denominadas flavonoides y una gran variedad de aceites esenciales, muchos de los cuales tienen gran potencial para desactivar los virus que causan afecciones respiratorias. Es por este motivo que se deben realizar estudios  etnobotánicos  que  permitan determinar el real efecto de es-tas plantas contra el virus del COVID-19 (Santillán y Coico, 2020; Valdivia, 2020). Se debería considerar, además, las 122 especies anti-virales que se reportan en Santillán y Coico (2020). Por último, sería recomendable desarrollar un plan para la propagación y producción de aquellas especies medicinales que han sido sobre explotadas. 

© Ricardo Zárate – Dirección de Investigación de las Sociedades Amazónicas – SOCIODIVERSI-DAD / Jhonatan Sevillano – Sociedad de Estudiantes de Medicina de la Amazonía Peruana

VISITA NUESTRO VISOR DE PUBLICACIONES

Attalea Administrador

Compartir

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Post comment